Las advertencias emitidas hace varios días por el gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, llegan en un momento clave para nuestra economía. En el contexto internacional, con conflictos geopolíticos, nuevas medidas arancelarias de EE.UU. y la volatilidad cambiaria en economías emergentes, él ofrece una visión fundamentada sobre los retos y fortalezas del país.

Uno de los puntos relevantes es el impacto que podrían tener en el mercado laboral las deportaciones masivas desde EE.UU. Al aumentar la escasez de trabajadores en sectores como la construcción y la agricultura, los costos laborales tienden a aumentar, lo que no solo afectaría a la economía estadounidense, también repercutiría en la nuestra.

El Banco Central ha sido enfático en señalar que las recientes fluctuaciones en el tipo de cambio obedecen a factores estacionales y a la incertidumbre global, dinámica común en economías emergentes.
La depreciación de monedas en la región refuerza la importancia de mantener una política monetaria prudente y una gestión eficaz de las reservas internacionales. En este sentido, la estabilidad de precios y el crecimiento sostenido han sido pilares fundamentales de la estrategia económica del país en las últimas dos décadas.

A pesar del complejo panorama internacional, República Dominicana se encuentra en una posición de fortaleza. Con una tasa de crecimiento promedio del 5.0 % anual en los últimos veinte años, la economía ha logrado consolidarse entre las más dinámicas de la región. A esto se suma la solidez del sistema financiero, cuyos activos netos crecieron un 10.8% interanual al cierre de enero de 2025, mientras que las captaciones de recursos del público aumentaron un 13.5%, lo que refleja la confianza en las instituciones financieras.

Otro aspecto positivo es la estabilidad de las relaciones comerciales con EE.UU. nuestro principal socio. Cuando nuevas medidas arancelarias podrían impactar a diversos países, el nuestro se mantiene como aliado estratégico con vínculos auspiciosos para la inversión y el comercio bilateral.

El reto ahora es actuar con prudencia y sabiduría. Y si así ocurre, como de hecho ha sido, la promoción y facilitación de inversiones, más las políticas económicas prudentes, permitirá que el país mantenga su dinamismo. El panorama aparece de mal augurio y el reto demasiado grande, pero para República Dominicana la perspectiva es alentadora, lo que respaldan las cifras.

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