El reciente anuncio de una reforma fiscal en el país ha generado un amplio espectro de reacciones en la sociedad. El papel del liderazgo político se vuelve crucial para guiar a la nación hacia un futuro más equitativo y sostenible. Aunque la oposición no lo entienda.
La reforma fiscal no es simplemente una necesidad técnica; debe ser un compromiso genuino con el bienestar colectivo, por encima de todo.
Los líderes políticos deben entender que esta es una oportunidad no solo para mejorar las finanzas del Estado, sino para abordar problemas estructurales que han perpetuado la pobreza y la exclusión social por años.
Cómo se presente y se implemente esta reforma puede definir el rumbo del país en los próximos años.
Es imperativo que se expliquen en detalle las razones detrás de la reforma, los objetivos que se persiguen y cómo estos impactarán directamente en la vida de los dominicanos. Por eso ha sido importante la aprobación en el Congreso Nacional de las vistas públicas en pos de escuchar todas las voces. Esta semana comenzarán.
Es importante que se escuche a los sectores más vulnerables y sean tomados en cuenta al momento de diseñar políticas fiscales. La participación ciudadana es esencial para garantizar que las reformas no solo beneficien a unos pocos, sino que promuevan una verdadera justicia social.
Por eso mismo un diálogo abierto puede ayudar a mitigar la resistencia y a construir un consenso que fortalezca el tejido social.
Esto implica no solo un esfuerzo desde el Gobierno, sino también la colaboración con organizaciones de la sociedad civil y del sector privado
La percepción de corrupción y mal manejo de los recursos públicos ha socavado la credibilidad de los líderes. En este sentido, la reforma fiscal debe ir acompañada de medidas claras que garanticen la transparencia en el uso de los fondos públicos. La rendición de cuentas es un pilar fundamental para recuperar la confianza de la ciudadanía, sin dudas, el liderazgo político dominicano tiene un desafío monumental con la reforma fiscal y la oposición debe tenerlo claro. Para que esta iniciativa sea un éxito, debe ir más allá de una simple reestructuración de ingresos y gastos. Requiere una visión integral que priorice el bienestar de la población, fomente la participación ciudadana y garantice la transparencia.
