Cada tres de diciembre se celebra el día de la discapacidad. Procura hacer conciencia de la necesidad de crear espacios que permitan a las personas con limitaciones físicas, intelectuales o sensoriales de acceder a oportunidades.
Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada siete personas tiene algún tipo de discapacidad. Yo voy más lejos, creo que todos tenemos alguna discapacidad, sólo que algunas son más visibles que otras. Algunas crean mayores limitaciones que dificultan el acceso a oportunidades.
La sociedad es cada vez más consciente de la necesidad de integración de las personas con algún tipo de limitación, incluso se evita el uso de términos peyorativos. Hay que recordar que ya hace muchos años la propia Asociación Dominicana de Rehabilitación se llamaba de Rehabilitación de Inválidos, porque la sociedad entendía que una persona con limitaciones estaba impedida de integrarse a la sociedad y mucho menos valerse por sí misma.
Este día se celebra como un asunto de derechos humanos, para evitar que la discapacidad se convierta en una limitación de la sociedad hacia las personas, mucho más allá que la propia limitación resultado de la discapacidad.
Ahí es donde es fundamental el papel de los gobiernos, de las organizaciones sin fines de lucro y del propio empresariado. Hay que recordar que la ley establece la obligatoriedad de dar empleos a personas con algún tipo de limitación, de un 3% de la nómina del sector privado y de un 5% de la nómina del sector público, algo que nadie cumple.
La propia Organización Mundial de la Salud dice que en los próximos años el problema de las discapacidades será aún mayor por el envejecimiento de la población, enfermedades mentales, cardiovasculares, diabetes y cáncer. Este informe no toma en cuenta los accidentes de tránsito, que ya las muertes este año en nuestro país resultan ser mayores que las del Covid 19.
El mismo informe destaca algo que conocemos y son las dificultades arquitectónicas que limitan la movilidad y el acceso a empleo, educación, salud, transporte. Todo esto trae como resultado tasas de pobreza mayores. Además, está la estigmatización y la discriminación, falta de atención de salud, servicios de transporte, de edificios y tecnologías adecuadas. Esto trae oportunidades menores y tasas de pobreza mucho más altas.
Sólo imaginar las limitaciones en las viviendas, en las escuelas, universidades, sin espacios para sillas de ruedas, sin baños adecuados y peor aún, si se trata de edificaciones con escaleras.
En un artículo que leí en uno de los diarios venían reseñadas estas declaraciones de Cristina Francisco, una gran mujer que he tenido la suerte de conocer y participar con ella en la directiva de la Asociación Dominicana de Rehabilitación y dice: “Yo tengo una discapacidad física, soy usuaria de una silla de ruedas y eso me genera muchas barreras. En la medida en que llego a un lugar y hay un ascensor que me permite subir a la cuarta planta, mi discapacidad va disminuyendo porque puedo hacer las cosas al igual que tú. De esa forma, cuando el entorno ofrece mayores barreras, la discapacidad aumenta. Por eso vemos la discapacidad como una interacción con el entorno, no tanto médica, sino desde el punto de vista social. Y desde esa perspectiva consideramos que va evolucionando”.
Cristina postula para ser presidenta del Consejo Nacional de la Discapacidad, sería una excelente representante por sus logros y conocimientos sobre las barreras, cómo enfrentarlas y cómo mejorarlas.
Esperamos que esta no sea una celebración más, que como sociedad tomemos conciencia que una discapacidad no es una limitación siempre que podamos reducir y llegar a eliminar las trabas que crean la discriminación y la falta de oportunidades.