Una de las acepciones de moda en el diccionario de la Real Academia es “gusto colectivo y cambiante en lo relativo a prendas de vestir y complementos”, esto porque la moda no se circunscribe solo a la ropa, sino a casi todo lo que el hombre es capaz de crear y de inventar.

Según el ilustre catedrático Australio Pitecus, moda es en gran medida lo que en el futuro nos causará risa, como cuando vemos nuestras fotos de los setenta, con esos ridículos pantalones de botamangas anchas.

La investigadora Anacleta Borda Lessa, en cambio, sugiere que la moda “expresa la rebeldía de los jóvenes y escandaliza a los mayores, sobre todo a las viejas”, y para muestra recordemos cómo las mujeres de los sesenta se irritaban en los setenta con las minifaldas de las niñas de entonces, hoy ya abuelas escandalizadas por los tatuajes, piercings y otras zarandajas de los chicos actuales.

La modista japonesa Kesi Tekorta afirma que la moda resume el espíritu de cada época, por eso es tan efímera como la obsolescencia programada, de ahí que ninguna jovencita usaría una prenda de su madre, aunque le quede perfecta, porque moda es sinónimo de novedad, pero más que nada de consumo, afirma.

Un aspecto oscuro de la moda es ese ideal de perfección que representa, cuerpos delgados y anoréxicos, prendas que se ofrecen como “exclusivas” cuando en realidad se fabrican en serie, y esa cárcel invisible en la que Coco Chanel, con aquel trajecito que inventó en el periodo entre guerras del siglo pasado, encerró para siempre el cuerpo femenino en el ideal imposible de un 90-60-90 que solo algunas “afortunadas” pueden alcanzar o traer de nacimiento.

Cada generación crea -o las multinacionales le hacen creer que inventa- sus propias modas, que abarcan la apariencia, la jerga en el habla, la música que oyen, los libros que leen (si es que leen), y el tiempo se encarga de que lo que merece perdurar permanezca en la memoria colectiva.

“Estar a la moda es consumir, gastar y comprar lo más nuevo, relajar al que no puede estar ‘al último grito’ para finalmente comprobar que el mundo tiene por moda excluir a los viejos, a los que solo les queda aspirar a dar el último alarido”, dice el doctor Australio Pithecus.

Posted in Desde mi ventana, Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas