“No podría afirmar a ciencia cierta si todos y cada uno de nosotros, pero sí que la mayoría, en algún momento nos hemos sentido poetas”, afirma el catedrático Australio Pithecus, “la natural inclinación al arte de todos los seres humanos hace que nos sintamos identificados con letras de canciones, con poemas leídos en la escuela o en algún libro, y hasta hayamos tratado de imitar con garabatos propios esos escritos”, continúa el sabio.

En una historia inventada por Borges, por ejemplo, un tal Pierre Menard decide escribir el Quijote, pero en lugar de plagiar a su autor, quiere pensarlo exactamente como Cervantes lo escribió, lo cual obviamente es una humorada del genial autor argentino.

El doctor Australio Pithecus suele citar el caso del escritor de origen húngaro Zoltán Duelversu, al que la crítica de su tiempo llegó a calificar como un revivido Pero Grullo, por sus poemas que mezclaban metáforas elaboradas con finales perogrullescos: “Lejano y oscuro,/ triste y sombrío como los adioses,/ el largo gusano metálico que transita su huella de hierro/ te someterá al más doloroso abandono/ si no pagas el boleto antes de montarte”.

Zoltán Duelverso se quejó muchas veces de que un escritor y poeta de su talla estaba condenado a la incomprensión de sus contemporáneos que, afirmó: “Prefieren deslizarse por la chalupa de la indiferencia en insulsos reguetones de tiguerones con sus pistolones y mujerones con sus yipetones en vez de solazarse con estos poemas que más bien son poemones”, lo que mereció una airada respuesta del crítico musical Yose Latecla: “No joda tanto hombe, que así nomá é la vaina”.

Zoltán Duelversu desapareció y nadie ha vuelto a saber de él, cada tanto llegan noticias de que lo vieron vendiendo yaniqueques en Higüey, o que arregla neveras en Alaska o es taxista en Nueva York, pero son rumores. Otros dicen que se fue del país después de participar en el concurso de poemas que organizó la ferretería “Hermanos Cintuerca” con una obra titulada La licuadora: “Es el amor, tendré que ocultarme o que huir/ porque volverán las oscuras golondrinas/ y me gustas cuando callas porque estás como ausente,/ mientras cantan los cocolos entre los cocales…/Hay golpes en la vida tan fuertes, yo no sé”… Nadie ha conseguido explicar el curioso título de esta poesía.

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