En la pasada semana, la República Dominicana entró a ocupar por primera vez en su historia un asiento en el importante Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), entrando con el alto privilegio de presidir dicho organismo durante este mes de enero de 2019, y la entrada no pudo ser más significativa de lo que ha sido, porque al estrenarse en ese magno Consejo nuestro país ha presentado como tema para debate “las amenazas a la seguridad mundial provocadas por los impactos de los fenómenos naturales y por la degradación del medio ambiente”, ya que los grandes terremotos, los poderosos tsunamis y las erupciones volcánicas explosivas, así como el cambio climático que está incidiendo en el fortalecimiento de tormentas y huracanes que a su vez multiplican los daños por vientos e inundaciones, sumados a la acelerada degradación de la calidad de las aguas superficiales y subterráneas a nivel global, representan las principales amenazas para las naciones que integran ese organismo.
Al presentar un tema fundamental, de interés global, que hoy preocupa a todas las naciones, el Gobierno dominicano demuestra ante el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, y ante toda la comunidad internacional, que somos un país capaz de pensar en los problemas que afectan a todas las naciones, y no solamente en los problemas que nos afectan exclusivamente a los dominicanos, y demuestra que sabemos muy bien cuál es el papel de un Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que tiene como tarea principal tratar temas globales de seguridad, especialmente porque en un mundo cada vez más globalizado las propuestas de temas de seguridad deben ser temas de interés general y no temas de interés particular local.
El hecho de que el terremoto más devastador de las últimas décadas se haya producido en el año 2010 en el área suroccidental de nuestra isla, con un saldo de 316 mil muertes, 350 mil heridos, y un millón y medio de personas sin hogar, fruto del colapso de 400 mil edificaciones construidas sobre suelos blandos, de mala respuesta sísmica, en la ciudad de Puerto Príncipe; y que el tsunami más devastador se haya producido en el año 2004 en el Sudeste asiático, con saldo de 285 mil muertes, lo que junto a los graves daños humanos y materiales dejados en nuestra región por los huracanes Harvey, Irma, María, los cuales en el año 2017 destruyeron zonas de Barbuda, San Martín, San Bartolomé, Anguila, Islas Vírgenes, Puerto Rico, Dominica, Haití, Cuba, La Florida y Houston, dejando pérdidas estimadas en 306 mil millones de dólares, evidencian las fortalezas de la naturaleza y las debilidades de nuestra sociedad frente a los fenómenos naturales, por lo que el Consejo de Seguridad de la ONU ha de asumir el tema propuesto por la Rep. Dominicana para articular esfuerzos internacionales que contribuyan a un mayor nivel de educación y de prevención, a un mayor nivel de seguridad en las construcciones, y a un mayor nivel de resiliencia regional y mundial.
Luego de que en septiembre del año 2017 los poderosos huracanes Harvey, Irma y María provocaran en nuestra región los daños antes citados, el Banco Mundial advirtió a todos los países latinoamericanos sobre la posibilidad de que los fenómenos naturales impacten cada año al menos uno de nuestros países, generando desastres capaces de retrasar la economía en al menos 10 años, y esa advertencia influyó para que el pasado año 2018 la Florida International Bankers Association (FIBA), y la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban), por primera vez incluyeran en su Congreso Anual sobre Seguridad Bancaria, celebrado en octubre en la ciudad de Miami, el tema de las “vulnerabilidades estructurales, desastres naturales y pérdidas económicas en Latinoamérica”, tema para el cual se nos invitó a disertar en conferencia especial para analizar los potenciales impactos de terremotos, tsunamis, huracanes, tormentas, inundaciones y sequías, lo que indica que el tema de los desastres naturales cada día tiene mayor dimensión global, y por tal razón nuestro país lo ha presentado ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
La propuesta dominicana presentada ante el Consejo de Seguridad de la ONU se sustenta en las grandes amenazas sísmicas para Alaska, Seattle, California, México, Centroamérica, El Caribe, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Nueva Guinea, Indonesia, Filipinas, Japón y Rusia, sumadas a las amenazas meteorológicas a las islas del Caribe, al golfo de México, a la costa este de Estados Unidos, a Japón, Filipinas, China, India y Australia, y sumadas a la severa contaminación bacterial de las aguas superficiales y subterráneas que amenaza a muchas poblaciones de naciones en vías de desarrollo, poniendo en peligro la salud y la vida de millones de personas en decenas de países donde no hay suficiente saneamiento básico.