Los dominicanos nos hemos esforzados, postdictadura trujillista (1930-1961), por alcanzar una democracia más o menos de cierta estabilidad (diálogo-consenso-contrapeso -Sartori-); pero una parte nuestra -clase política y sus aliados fácticos-coyunturales- se empecinan en hacerla un festín grosero o repartición de un organigrama-estatal que ya es un mantel multicolor. Esto, a pesar de “El gran cambio” que, con certeza histórica -avance socioeconómico e infraestructura y una que otras reformas, pero, acotamos nosotros, escasa conciencia sobre consenso agenda-país-, ha plasmado Frank Moya Pons. Sin embargo, lo que molesta es que nuestra clase política, casi sin excepción, jura y perjura que se realiza en una suerte de sociedad de borregos y en nuestras narices ensambla libretos de “gobernabilidad democrática” con actores, trapecistas y tramoyas reciclados, incluso, son tan “ingeniosos” que montan obras teatrales con los mismos actores de reparto que la memoria colectiva vuelve y registra, pero ya en otros roles. Lo repetimos, son “ingeniosos” y bellacos: mira que poner, ahora, a los “independientes” a jugar roles de jueces y policías cuando al que no se vio en la Marcha Verde, Plaza de la Bandera, desestimando expedientes, inhibiéndose o en correrías callejeras -de supuesto “fraude-primarias” y defensa de hojalata de la “Constitución”- fue porque no quiso, se hizo el pendejo, estaba en el gobierno o borracho.
Aquí, entre nosotros, nos gusta, y hace tiempo, que nos digan lo que queremos oír: como, por ejemplo, que el ministerio público es “independiente” -aunque lo nombre, por ley, el ejecutivo- y que sus accionantes son autómatas, que las urnas o decisión libérrima decide “segunda mayoría” cuando es transfuguismo -ahora “institucionalizado”-, alianzas y componendas que hace tiempo la gente llama “acuerdos de aposentos”.
De la justicia no se diga, pues hace rato, como se acuña, es de colindancia o de mudanza y acareo. O cuando no, de reparto y cooptaciones; aunque antes era peor: artículo 55. No hay duda, hemos avanzado….
Pero, insisto, los dominicanos seguimos luchando por alcanzar otro estadio de civilidad, así sea de forma, aunque, de fondo, juego de póker, porque ya sabemos que nos costará adquirir carta de ciudadanía democrática y más en medio de trúhanes, mesías-caudillos, vendepatria, corruptos -públicos-privados-, fulleros y, como si fuera poco, políticos -alcahuetes- que nos creen pendejos. Un día de estos, se arma, como dijera un caro amigo, un “lío organizao”.
Señores no quieran vernos la cara…, que el barrio no es un continente; y, además, después de internet y redes sociales, todos somos transparentes… Sin embargo, cuánta falta nos hace el extinto don Rafael Herrera, para que nos dijera dos vainas…, sobre todo al PLD -¡47 Aniversario!-: ¿quién cuidaba la relación Partido-Gobierno? ¡Ojalá, sea lección aprendida…! .