En palabras sencillas, podemos decir que el hormigón es una roca artificial hecha por el hombre para imitar las resistentes rocas ígneas (magmáticas), o sedimentarias clásticas calcáreas, hechas por la naturaleza, pero como es muy complejo imitar el proceso de formación de las rocas ígneas, porque se formaron a partir de magma derretido a muy alta temperatura, el hombre utiliza altas temperaturas de un horno de clinkerización donde derrite piedra caliza enriquecida con carbonato de calcio (CaCO3), arena silícea (SiO2), y arcilla rica en alúmina (Al2O3) y en óxido férrico (Fe2O3) para formar un clínker (combinación entre silicato bicálcico, silicato tricálcico, aluminato tricálcico, y ferroaluminato tetracálcico) al que se añade un poco de yeso, que es un sulfato de calcio hidratado ((CaSO4).2H2O), y obtiene un cemento Portland que luego mezcla con agregados, preferiblemente de origen ígneo, como andesita, basalto, diorita, tonalita, granito, o agregado de roca caliza de alta resistencia, y de esa forma produce un hormigón, similar al típico conglomerado sedimentario, con resistencias a la compresión que pueden superar los 200, 300 y hasta 500 kg por centímetro cuadrado, lo que le acerca a la alta resistencia de una roca sana bien litificada.

De esa forma, por décadas, ingenieros y arquitectos han utilizado hormigón para construir estructuras residenciales, comerciales, portuarias, aeroportuarias, deportivas, educativas, religiosas, hospitalarias, industriales, hoteleras, viales, etc., las que son capaces de soportar su propio peso, bajo condiciones estáticas, y a veces bajo condiciones dinámicas generadas por terremotos, huracanes, tránsito vehicular y multitudes, al extremo de que en corto tiempo el hormigón rígido pasó a sustituir el uso de la madera flexible, pero como la sociedad fue requiriendo estructuras cada vez más altas, y salones multitudinarios más anchos, fue necesario reforzar el hormigón con acero para añadir resistencia a la tensión.

Esa combinación entre hormigón altamente resistente a la compresión y acero de refuerzo para incrementar la resistencia a la tensión ha permitido estructuras altas y seguras, y espacios anchos y seguros, donde los elementos estructurales principales reciben las cargas de la estructura y las conducen hasta los cimientos donde rocas rígidas de base, o pilotes embebidos en suelos de mala calidad, soportan las pesadas cargas estáticas propias de la estructura, las moderadas cargas estáticas que con el tiempo se añaden a la estructura, las altas cargas sísmicas cortantes recurrentes en cinturones sísmicos, y las frecuentes cargas de vientos propias de climas tropicales donde centros de baja presión barométrica derivan en tormentas y huracanes.

Pero como nada es eterno, las rocas naturales, y las rocas artificiales como el hormigón, sufren los efectos directos de la meteorización que produce expansión de las moléculas en horarios de altas temperaturas por alta radiación solar, y contracción de las moléculas en horarios de bajas temperaturas de la noche y la madrugada, meteorización que es acelerada por la lluvia ácida, cargada de dióxido de carbono (CO2), lo que genera carbonatación y debilitamiento de la resistencia a la compresión del hormigón, al tiempo de que el salitre, movido por el viento que llega desde la costa, penetra a través de los poros del hormigón y oxida el acero de refuerzo a la tensión, por lo que una estructura tropical, que en sus inicios era altamente resistente, al cabo de 25 a 30 años ya no tiene igual resistencia, y puede fallar ante su propia carga estructural estática, ante una carga estática impuesta y aumentada con el tiempo, o ante una súbita y alta carga sísmica, o ante una combinación de esos factores, por lo que todas las estructuras con más de 30 años de servicio deben ser sometidas a urgentes procesos de revisión, especialmente aquellas que reciben muchas personas, como hospitales, escuelas, estadios, oficinas públicas, cines, teatros, iglesias, nightclubs, etc.

El pasado 8 de abril nuestro país tuvo un trágico y doloroso aviso, sin que hubiese un terremoto, pero desde agosto de 1946 el lado oriental de la isla Hispaniola no sufre un terremoto de magnitud superior a 7.0, lo que indica que hay suficiente energía elástica acumulada para un devastador terremoto. No es un tremendismo, sino un recordatorio de nuestra alta sismicidad regional e insular, versus la debilidad del viejo hormigón.

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