Estos tiempos muestran un perfil de vanidad y falta de compromiso casi en todos los órdenes de la vida. La vida camina de forma tan rápida que las personas ya casi no se sientan a pensar las consecuencias de sus acciones. El inmediatismo, la falta de honradez, el incumplimiento, el desamor, la falta de ética, y muchos antivalores, han permeado de forma directa el sentir de la gente.

Vivimos en un mundo donde al parecer los antivalores pasan a convertirse en los modelos. Y eso debe ser enfrentado con visión, con amor, con eficacia y con la orientación de Jesús, el Maestro y Guía de cada una de las acciones de nuestra vida. Hoy día tenemos un gran reto de forma permanente: Seguir el ejemplo y las acciones de Jesús, pues solo así podremos vencer esa falta de compromiso y la ausencia de la necesaria fidelidad que debemos mostrar en todo.

Estamos en una época en la que los valores se están perdiendo y casi nadie es capaz de cumplir con sus promesas y mantener sus criterios por encima de cualquiera que sea nuestra circunstancia. La fidelidad se está convirtiendo en una especie de artículo de museo. Ya muchos no son fieles a nada ni a nadie. Las palabras ya no se corresponden con los hechos y engañar, mentir, estafar o burlarse de alguien es algo que se ha convertido en parte de la cotidianidad de la gente. Desde el punto de vista conceptual la fidelidad es la capacidad de dar cumplimiento a una promesa que hemos asumido. Es una capacidad espiritual que se concretiza con hechos sin importar cuáles sean las circunstancias. Ser fiel es cumplir lo que prometemos y no hacer daño a nadie sin importar las consecuencias. La fidelidad camina de la mano de la lealtad, del agradecimiento y de la entrega sin límites a los demás. Tal y como Jesús nos modeló siempre.

La fidelidad está siendo traicionada sin ningún dolor ni temor. La infidelidad campea por sus fueros en toda la sociedad. En los negocios casi nadie confía en nadie, en los matrimonios muchos se dejan seducir por la infidelidad y olvidan sus promesas de amor eterno y fidelidad a sus esposas o esposos para caer en círculos perniciosos de amores extramaritales. Es muy común ver amigos de mucho tiempo que, por acciones de infidelidad, rompen un círculo de bien y de solidaridad que los había mantenido unidos por muchos años, y desbaratan un hogar y un matrimonio que les había costado mucho construir.

En estos tiempos y con tantos antivalores que norman las acciones de la sociedad, se ha perdido el sentido y la capacidad de ser fieles. Nos han colocado como una acción válida el engaño y la traición por encima del verdadero valor de la fidelidad y la lealtad. Para aprender a ser fieles y mantener nuestro sentido de lealtad por encima de todas las circunstancias debemos beber de la fuente de nuestro Padre Creador y Dios Todopoderoso. Dios siempre es fiel, sin importar nada ni nadie. La Biblia establece en la 2da carta de San Pablo a Timoteo capítulo 2 versículo 13: “Si fuéremos infieles, Él permanece fiel: Dios no se puede negar a sí mismo”. Y es que nuestro Dios por naturaleza es y será siempre fiel. Sus promesas para con nosotros son desde siempre y para siempre. Dios no puede ser burlado ni Él se burla de nosotros.

Una de las principales cualidades del Creador del Universo es la fidelidad, tal y como se establece en el libro de Deuteronomio capítulo 7 versículo 9:“Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel”. Tenemos que estar muy claro que Dios nunca será infiel pues actuaría contrario a su naturaleza, a su esencia. Por todo eso, quienes quieren actuar de acuerdo con los mandatos de Dios y más aun quienes hemos asumido a Jesús como nuestro Señor y nuestro Salvador, debemos y tenemos que actuar diferente y alejarnos de la infidelidad.

El Padre Celestial y Creador de todo lo que existe, nos ha enseñado el valor de la fidelidad y Él mismo ha sido y será siempre fiel con nosotros, sin importar cuales sean nuestras acciones y nuestros pecados. Por todo eso, debemos seguir su camino y asumir su misericordia. Debemos reflejar su carácter sabiendo ser fieles y practicando con nuestro ejemplo la fidelidad todos los días, en cada lugar en cada una de nuestras acciones.

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