La frase “deja eso así” está muy metida en los tuétanos de algunas personas. Principalmente de las que luego se quejan vehementemente… pero con quien no puede resolverles.
Los pasivo-agresivos, personas que no protestan al que les provoca el disgusto, sino que lo cuentan a otro, son cada día más. Quizá por aquello de que tenemos que ser políticamente correctos, o por algún temor. Lamentablemente, dicho comportamiento no les resuelve la situación que viven y no quieren.
Escucho a personas quejarse de algo que les pasó; les pregunto si le dijeron algo a quién les ocasionó el mal; la respuesta con frecuencia es: ¿Para que empeore? O algo por el estilo. Prefieren dejar las cosas como se las entregaron, antes que buscar una solución.
He visto personas que retornan a un restaurante que le han dado un mal servicio. Será por aquello de: “Mejor malo conocido, que bueno por conocer”.
No me refiero a ocasiones en las que puede salir más cara la solución buscada que dejar las cosas como están. Un pequeño incidente en el tránsito puede resultar en una bronca y hasta en una pelea… hay demasiadas personas que tienen una formación agresiva por demás… mejor no insistir.
Lo malo es que nos vamos cargando de temores y no queremos reclamar por servicios que estamos pagando. No queremos hacer sentir mal a nadie, aunque ellos sí se sienten con el derecho de hacernos sentir mal, bajo la premisa de que no se dan cuenta, o que somos demasiado sensibles.
El problema es que vivimos en un mundo que cada vez más personas piensan que el derecho del otro inicia donde termina el de ellos. Extienden el suyo hasta donde deseen, pisoteando el de los demás. Es que en un mundo individualista es difícil poner el pilote de separación en el punto exacto.
¿Puedes darte cuenta de si te ocurre hoy una situación que no reclames pudiendo hacerlo? O si te estás quejando ante otro que no puede más que escucharte y llenarse de tu energía no tan buena.