Anteayer, el país, vía un panel que organizó la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD), pudo apreciar y escuchar las propuestas básicas de los tres candidatos que se presentaron, a saber: a) un académico-retórico ya repetido, b) un Gonzalo Castillo -de camisa mangas-cortas- que, con ideas sencillas y viables, explicó su plataforma de gobierno con originalidad y dirigiéndose no a unos alumnos de maestría o a la nada, sino a la gente; y c) un último, atrapado en ideas confusas y marcadas por desandar lo ya avanzado. Sin dudas, las intervenciones confirmaron lo que hemos venido sosteniendo: que, en nuestro país, una franja de nuestra clase política, sobre todo, oposicionista -y su periferia mediática-periodística e intelectual- luce atrapada, desorientada y como que no logra entender, más que en teorías y poses, la dimensión global de la pandemia -y post- ni cómo reinventarse de cara a las elecciones del 5 de julio.
Y ante esa doble realidad -nacional e internacional-, les es más fácil recurrir a poses o retorica vencida. De ese desfasado reservorio es que sale un ex y candidato sosteniendo: “que, si el país se encuentra en un proceso de reapertura gradual de los diferentes sectores de la economía, es porque no hace falta una nueva prórroga del estado de emergencia” -no obstante, dos de sus diputados desobedecieron ese razonamiento-línea y votaron por lo racional-, un diputado, cuasi gallero, que somete un punto -AFP-30%- que no se conoció, pero sale del hemiciclo a vociferar “nos cubiaron”; y ya, en un diálogo, que se filtró en las redes sociales, escuchamos a la diputada Faride Raful decir-externar, con desdén y chabacanería, que los ministerios de la Mujer y de la Juventud deben desaparecer, mientras otros, de sus interlocutores o contertulios perremeístas -incluido su presidente-, se transan por una fusión de ambos ministerios.
Quizás, esos tres eventos nos reiteren una idea exacta del estado político-emocional de esa oposición que, además, ahora, descalifica encuestas, canta como gallo, pero pone como gallina; o, en el peor de los casos, luce arrogante obviando que la percepción pública y la correlación -de simpatías electorales-ciudadanas-, antes a su favor (por manipulación-mentiras y fábula-“fraude”) cambiaron y que, después de marzo y sus yerros de rol, en el contexto de la pandemia, los trae en caída libre, pues el país ya los midió y auscultó en sus macabras intenciones e incapacidad para asumir la conducción del país en esta coyuntura, por dos razones básicas: 1) nos conducirían a un Estado fallido; y 2) el que fue, procura el poder por ego-fijación; pero, además, tiene una alianza a nivel congresual con Abinader-PRM de la que ni habla.