Venezuela ha ocupado la atención del mundo, esta vez tras las celebradas elecciones para escoger a un nuevo presidente. Y como era de esperarse, el actual, Nicolás Maduro, de acuerdo con los datos oficiales del Consejo Nacional Electoral de ese país, obtuvo el 51.2% de los votos, doblegando por tercera vez consecutiva a la oposición.
El post certamen ha dejado un mar de enfrentamientos en la tierra de Simón Bolívar, donde lamentablemente han perdido la vida decenas de personas derivadas de las protestas y el abuso de poder de la fuerza bruta del gobierno, mientras otros opositores están siendo perseguidos, atrapados y encarcelados en recintos de máxima seguridad, según ha manifestado Maduro a viva voz.
La crisis desató pronunciamientos diversos, unos a favor del gobierno, y otros en contra, pero lo cierto es que la voluntad popular de las grandes mayorías debe ser respetada.
Por eso, la importancia de observadores apartidistas probados en estos procesos, con la intención de evitar fraudes, garantizar la integridad de los comicios y promover la participación de los votantes.
Estos son momentos cruciales para los venezolanos que deciden tirarse a las calles a protestar por los resultados de las elecciones, muchos lo hacen sin saber si van a regresar con vida a sus hogares.
Los regímenes autoritarios se caracterizan, precisamente, por imponerse a la voluntad popular. Se presentan como la “panacea” de todos los males, hablando de socialismo, de igualdad, de un estado de derechos comunes, y terminan sometiendo a los pueblos a la desidia y al hambre.
Se embriagan de corrupción y abren las puertas al nepotismo, se revuelcan entre sus propias mentiras, convierten las mentiras en verdades y finalmente caen en el salvajismo y en la barbarie, utilizando la fuerza y el poder militar para reprimir, maltratar y asesinar a quienes los adversan.
Así son las dictaduras, paridas por las corrientes de ultraderecha o de la izquierda extrema que promueven y sostienen posiciones lesivas a los sistemas democráticos.
Ejemplos tenemos de más y están ahí llenando páginas para la historia. Los más cercanos son: Cuba, Nicaragua, Haití y ahora vemos a Venezuela. Otros países latinos han estado en riesgo. Y hay que decir que Maduro no se ha comportado a la altura de un gobernante democrático. El solo hecho de reprimir y censurar las libertades de expresión es un síntoma de intolerancia.
El desenlace de la crisis se ve opaco, pues mientras la oposición arrecia su lucha para alcanzar el poder, Maduro parece estar blindado con apoyo de naciones poderosas como China y Rusia. Cuba también es partícipe de ese blindaje y de Nicaragua, ni hablar…
Sin embargo, todo tiene un comienzo y un final y nada es para siempre. Solo hay que verse en el espejo de los dominicanos con Trujillo, los chilenos con Augusto Pinochet y los rumanos con Nicolae Ceausescu, y su infame esposa Elena. Estos dictadores y verdugos recibieron el verdadero castigo de las manos del pueblo.