El actual partido gobernante, su otrora candidato -2020- y sus voceros más aguerridos y periferia periodística-mediática (Juan Bolívar Díaz, Andrés L. Mateo, y una retahíla más) hicieron cruzada -nacional e internacional- denunciando que en el país se había instalado una suerte de partido único o “hegemónico” que pretendía perpetuarse en el poder y conculcar todos los derechos democráticos para una justa participación política-electoral; sin embargo, y a pesar de esa perorata, las libertades públicas y de prensa nunca fueron conculcadas e incluso un movimiento cívico-ciudadano, como “La Marcha Verde”, terminó asaltado y teledirigido por esa periferia periodística-mediática y dirigentes del actual partido gobernante, que lo convirtieron en un vagón político-electoral de cara a las elecciones de 2020.
Y fueron esos actores los que maniobraron y presionaron, a la JCE de entonces, a los fines de que se pospusieran las elecciones municipales de febrero-2020 -como en efecto lograron-, alegando un supuesto intento de “fraude electoral” (“algoritmo” o queochocuánto) que, luego, un informe técnico-forense de la OEA descartó haciendo énfasis, entre múltiples recomendaciones, que lo sucedido fueron fallas técnicas y de supervisión eficaz en el área de informática; en fin, falta de gerencia efectiva de la JCE -y de nadie más- que, el partido gobernante -el PLD- tuvo que pagar y cargar con el muerto, como se dice popularmente.
No obstante, y situándonos en aquel álgido momento o coyuntura político-electoral, previo a las elecciones, recordemos lo aguerrido y levantisco que el PRM, partido en construcción, se tornó llegando, incluso, a reclamar y exigir que el presidente, Danilo Medina (2016 y 2020), debía o estaba obligado a entrar en licencia, pues, no podía hacer campaña sin caer en violación a la Constitución y las leyes, además de abuso de poder…..(así lo denunciaba la oposición política de entonces).
Y nos preguntamos: ¿no estamos hoy, 2023, contemplando lo mismo de los actores políticos que alegaban y denunciaban, 2016 y 2020 -aunque en este último si había un transitorio explícito, pero nunca que no podía hacer campaña a favor de su partido y candidato-, que eso era violatorio de la Constitución y las leyes? ¿Doble moral política o qué? Y en verdad no hay nada de eso, el presidente -el actual, como Danilo Medina u otro- tiene derecho a hacer campaña, porque el problema no radica ahí sino en que, históricamente, en nuestro país no hay una cultura política-institucional -llámese, una conciencia cívica-ciudadana o legislación lo suficiente explícita y de consecuencias- que evite o frene el uso y abuso de los recursos del Estado cuando un partido político, cualquiera, está en el poder -y el PRM no será ni es la excepción-.
De modo que la doble moral política siempre ha sido moneda de curso en nuestro sistema de partidos o partidocracia (más en tiempos de campaña); pero nunca como hoy ha desnudado y desenmascarado a sus otrora críticos que hoy la ejercen tan campante como el whisky aquel…..
En fin, la doble moral política, en todos los ámbitos, pero más que nada en la política y el ejercicio del poder, es un viejo y consuetudinario recurso que casi siempre, cuando se abusa del mismo, anuncia el preludio de la caída… Y es que no podemos predicar en calzoncillos (defender, ardorosamente, un principio o norma estatutaria hoy; y mañana, echarlo por tierra como si nada).