Ser mujer siempre ha sido difícil, y el hecho de que las féminas tengan un día específico por su condición –si bien es importante- suele servir para que referentes de distintos sectores se llenen la boca con discursos altisonantes sobre la sacra condición materna, las sacrificadas trabajadoras y jefas de hogar, la idílica visión de las universitarias y otras lindezas, mientras soslayan la discriminación de género, la postergación salarial y el papel inferior al que las relega una sociedad infestada de machismo; tampoco se aborda seriamente el feminicidio ni otras violencias, como el acoso callejero denominado “piropo”. El Día de la Mujer exige repensar la masculinidad para celebrarlas desde una perspectiva igualitaria, como custodias de vida, columnas de la sociedad, compañeras del hombre y símbolos de belleza.