Camino al quinto año de gobierno del PRM, los apagones lo marcan, con lo que envía el mensaje de que seguirá como tarea pendiente lograr un sistema eléctrico confiable, eficiente y sostenible y que seguirán también las justificaciones, ahora con la incorporación del término “programado”, que tiene de peculiar que castiga y hace sufrir a los que pagan religiosamente la tarifa. Duele en el bolsillo de un consumidor cansado de promesas y que no aspiraba a mucho del PRM, solo a un respiro, a una tregua, de parte de un partido que pontificó hasta la saciedad que lo encararía a fondo. La pregunta es, a esta altura del juego, en enero de 2025, ¿cuándo el suplicio eléctrico, con sus excusas y con sus eternos problemas puntuales, llegará a su final?

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