Son muchas las ocasiones que nuestro sistema jurídico ha fallado, al punto de que muchos desconfían del mismo.
La sociedad se siente frustrada porque a diario ver el accionar de fiscales y jueces que más que servidores de la ley son parte de las mafias de chantajes, sobornos y del crimen organizado.
Debe quedar claro que no todos son iguales, que hay en el sistema judicial personas honestas, que se interesan por servir con capacidad y equilibrio la profesión que han elegido.
Muchas veces culpamos a la policía de los problemas del aparato judicial, pero son múltiples las oportunidades que muchos de estos me han contado que detienen a un infractor y no recibe ninguna condena o muchas veces hasta peor, fiscales que se burlan de ellos y les dicen “veras que rápido salen, busca lo tuyo que ya yo tengo lo mío”.
A todos nos ha consternado el asesinato de la joven profesional Anibel González por parte de su ex pareja. Hacía todo lo posible por ejercer una carrera que le permitiera levantar una familia por sí misma. Todos los que la conocieron son testigos de sus esfuerzos y sus temores.
En una sociedad machista como la nuestra, aún no se soporta el éxito de las mujeres, su independencia económica y muchas, pero muchas veces una capacidad mayor que las de los hombres.
Hace unos días oía a Betsabe Estepan, viuda de mi inolvidable amigo Teo Veras, como describía la desgracia de viudas y divorciadas. En su forma muy peculiar, que no me atrevo a transcribir pero que en esencia el punto es el mismo, decía que se entiende que una mujer profesional, que está obligada a interactuar con clientes, oficinas públicas y privadas, tiene siempre en la frente un letrero de que busca una pareja.
Pero regresemos al sistema fallido. La señora González había advertido a las autoridades su temor de que de nuevo se intentaría acabar con su vida. Había sido víctima ya de un intento de homicidio y el sistema no aplicó los treinta años de cárcel que debió imponer, todo lo contrario, rápidamente su ex pareja consiguió salir de la cárcel para convertirse de nuevo en su verdugo.
El sistema le falló a los dos. Hoy dejan en la orfandad a niños que crecerán con el dolor de que su padre asesinó a su madre y finalmente él tomó, dentro de su locura, el camino del suicidio.
¿Cuánto pagó Yasmil Oscar Fernández para lograr burlar la justicia? ¿Cuáles jueces y fiscales compró? Hoy también es una tragedia para su familia. El sistema falló.
Cómo se siente el inconsciente, que frente a los reclamos de la sociedad y familiares declara, “mi oficia está abierta de lunes a viernes”. ¿Para qué? Usted y muchos otros son cómplices y hoy debían estar sometidos a la justicia, pero estoy seguro que muchos de sus colegas hoy lo encubren porque así es como vamos funcionando.
El caso de Anibel debe convertirse en un punto de partida para detener los feminicidios en nuestro país. Tenemos una Suprema Corte presidida por un juez joven, capaz, del cual muchos tenemos grandes esperanzas y me incluyo. Hay que limpiar el sistema judicial, jueces y fiscales que venden sentencias y que todos saben cuales son.
¿Qué más tenemos que esperar? Que fiscales pongan más drogas en barberías, que los narcos anden libremente por las calles y que las mujeres tengan miedo de terminar una relación o ser exitosas, porque animales celosos puedan dar fin a sus vidas.
En cada caso de un feminicidio, son miles las señales que se dan antes de cometer el vil asesinato. Son muchos los que miran hacia un lado para no ver la realidad de lo que en días, meses o años termina ocurriendo.
¡Carajo! ¿Qué más tenemos que esperar?