En nuestro país, como en otras naciones, los ciudadanos solicitamos cambios y mejorías en las áreas de servicios estatales y privadas. Sin Embargo, la mayoría ignoramos que, para hacer una verdadera ciudadanía, el cambio debe empezar en cada uno de nosotros.
La ciudadanía se define como “el conjunto de derechos y deberes a los cuales el ciudadano o individuo está sujeto en su relación con la sociedad en la cual vive”.
Para reclamar ciudadanía, como hacemos cuando demandamos el cumplimiento de un servicio, especialmente desde una determinada institución estatal, debemos completar una parte importante de la ciudadanía, que muchos ignoran, como es el cumplimiento de deberes y procesos.
Afectamos a los demás con una acción incorrecta, como, por ejemplo, irrumpimos en alguna entrada de túneles o elevados por delante de conductores que vienen en el carril correcto. Con esa simple acción, violamos el derecho de otros ciudadanos.
También, construimos ciudadanía mostrando amabilidad y cortesía a los demás cuando suelen tener un gesto amable o educado con nosotros. Un conductor está llamado a ceder el paso a los peatones. Cuando alguno lo haga, con palabras o un gesto, démosle las gracias con una sonrisa a flor de labios.
Hacemos ciudadanía cuando somos servidores públicos o privados y atendemos a los ciudadanos, pacientes o clientes, de manera empática, sin tomar en cuenta que ese sea nuestro peor día, y también mostrando agradecimiento a quienes nos sirvan, sin importar que hayamos pagado por el producto o servicio.
Una práctica que hace ciudadanía y resta a ella que he observado en nuestro país, es cuando una persona cede su asiento a otra en el Metro, un autobús u otro lugar, por ser envejeciente, niño o tener una incapacidad, y el beneficiado no pronuncia la palabra mágica, como es gracias.
Un gesto anticiudadano e ilógico, es reclamar derechos por encima de la tranquilidad y la paz de la mayoría, como fue la protesta en la Plaza de La Bandera de un grupo de ciudadanos denominados “musicólogos”, que buscan la permisividad del uso de potentes bocinas en cualquier lugar y hora, sin que importe dañar la salud de otros. Nunca olvidemos la frase de Benito Juárez: “El respeto al derecho ajeno es la paz”.
Para lograr una sociedad con verdadera ciudadanía, todos debemos ser parte del cambio que exigimos a través de los medios de comunicación y otras vías.