Se dice que la docencia es la vocación de aquellos profesionales que tienen pasión por la enseñanza como un valor fundamental para formar a las nuevas generaciones. En mi caso particular algo tendrá que ver el hecho de ser hijo de maestros, incluida mi heroína particular, la profe Rafaelina Montero.
En materia de la enseñanza del derecho la vocación se transforma en todo un arte, como titularía su discurso el profesor Alfonso Castro, decano de Derecho de la Universidad de Sevilla, el arte de enseñar derecho. En la sociedad es latente una desconfianza en el sistema jurídico y sus actores, en la academia nos enfrentamos a la labor de transmitir al estudiante el derecho y sus manifestaciones en la realidad social y la búsqueda de ese valor supremo que es la justicia.
Ya han pasado más de 15 años desde aquella primera clase de Introducción al Derecho con el doctor José Bienvenido Pérez Gómez en la Universidad Iberoamericana, pero recuerdo con lujo de detalle aquella cátedra y aquellas palabras iniciales del profesor y decano.
Había tenido la oportunidad de impartir docencia en formaciones de postgrado, ahora me toca agradecer al director Héctor Alies la oportunidad de participar en grado en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra con la asignatura de Práctica Forense Penal y hago especial mención a la academia en grado porque entiendo que allí se plantan las semillas que luego traen como fruto a los operadores jurídicos.
Si bien es cierto que se puede inspirar en múltiples estadios de la vida, desde la infancia hasta que se conserve aliento y ganas de aprender, en las aulas de grado se trabaja en mostrar el futuro profesional, en dar esas primeras herramientas para que en nuestra historia contemos con profesionales del derecho como Juan Manuel Pellerano Gómez, Sánchez Morcelo o José Antonio Columna, por citar algunos ejemplos.
Sin pretender compararme con las experiencias que significaron para mi los José Bienvenido Pérez Gómez y Julio José Rojas Baéz en Unibe, Victoria García del Blanco y José Manuel Maza (EPD) en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, España, Flavio Darío Espinal en Pucmm, en la academia debemos buscar hacer derecho, inspirando objetivamente el buen ejercicio de esta profesión que, nadie podrá negar, hace que contemos con una mejor sociedad. Y de la misma forma que como docentes podemos ser inspiración también podemos despojar de ilusión a los futuros profesionales.
En la tarea encomendada de Práctica Forense Penal conté con el invaluable apoyo de profesionales del derecho que le brindaron a la clase múltiples visiones del proceso penal, valga el artículo para agradecer a los magistrados de la Primera Sala de la Cámara Penal de la Corte de Apelación del Distrito Nacional, en la persona del magistrado Rafael A. Báez, que permitieron a la clase conocer de manera directa los procesos y respondieron amablemente las muchas inquietudes del grupo; a Yokasta Joaquín y Daniel Arias Abad quienes desde sus experiencias como ex fiscal y ex defensor público, respectivamente, pusieron a disposición sus conocimientos en un interesante taller sobre los interrogatorios y contrainterrogatorios; y al licenciado Juan Antonio Delgado (Tony) que nos deleitó, me incluyo, con una master class sobre el juicio, su particular visión sobre los alegatos de clausura y el litigio penal.
Especial saludo a mi primer grupo de Práctica Forense Penal que culmina en estos días la asignatura y el cuatrimestre esperando, sinceramente, que hayan adquirido herramientas que le sean útiles para el ejercicio profesional y la vida misma.