Los comercios chinos crecen “como verdolagas” en varios puntos del territorio nacional, especialmente en el Gran Santo Domingo, y cautivan a consumidores dominicanos con “sus atractivos precios”.

Los más de 30,000 nativos de China que residen en República Dominicana, quienes en su mayoría se dedica al comercio, forman parte o se adhieren por necesidad, al megaproyecto de infraestructura y comercio internacional del gigante asiático denominado Franja y Ruta, diseñado para fortalecer su influencia global.

Los comerciantes chinos aplican todas sus ventajas competitivas y marrullas para aplastar a los dominicanos, ahora escudados por estructuras de grandes tiendas, que ofrecen todos tipos de productos a los consumidores. Desde hace un tiempo no se limitan a moteles, restaurantes y pica pollos, como era en años anteriores.

Entre sus ventajas competitivas “limpias” está, la importación de productos a precios muy bajos, gracias a economías de escala y menores costos de producción en Asia.

Como parte de “sus ocultas y oscuras” herramientas para enfrentar a los comercios dominicanos, los chinos utilizan mecanismos para la evasión de impuestos, la contratación de empleados, en su mayoría extranjeros, sin registros y pago de la seguridad social, entre otros subterfugios de competencia desleal denunciados por la Federación Dominicana de Comerciantes y otras organizaciones comerciales nacionales.

En cambio, las empresas criollas aportan el 22% del salario de los empleados a la seguridad social y al Instituto de Formación Técnica Profesional (Infotep), de acuerdo con la directora ejecutiva de la Organización Nacional de Empresas Comerciales (ONEC), Jennifer Troncoso.

Otras “de las ventajas” de los chinos para ofrecer precios más bajos a los consumidores, como hacen en mercados de otros países, es la subvaluación de los costos de los productos en las aduanas.

La inundación del mercado nacional con productos chinos puede provocar un desincentivo de la producción local, con la consiguiente reducción de “empleos formales y decentes” aportados por la industria local.

Por el auge y crecimiento de sus tiendas por departamentos, los comercios chinos del país compiten con productos importados desde Estados Unidos, el principal socio comercial de República Dominicana. Algunos consumidores tradicionales de artículos estadounidenses emigran hacia las tiendas chinas, conquistados por los precios bajos, sin importar la calidad.

Debido a que todo no es oscuro en el comercio chino de República Dominicana, ya que ha dinamizado el comercio en algunas zonas, valorizado inmuebles en puntos del país y creado “débiles empleos”, su accionar en el mercado nacional debe ser más regulado y controlado por el bien común.

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