La educación superior es clave en una sociedad global inmersa en un proceso de transformaciones continuas, en la que la profundidad y velocidad con que se producen los cambios, nos colocan en una situación sin precedentes en la historia de la humanidad.
Y frente a esa realidad, en la República Dominicana se está trabajando de manera intensa en esa dirección para que las instituciones de educación superior se preparen y transformen el modelo tradicional que ha caracterizado este sector hasta nuestro siglo.
Las tecnologías de la información y la comunicación han penetrado tanto en nuestras actividades cotidianas y en la vida social, que en el presente es muy difícil prescindir, por ejemplo, del uso del cajero automático, de las transacciones financieras vía intenert, del control eficiente de nuestro tráfico citadino y de muchas otras actividades que no podemos realizar sin el concurso de las herramientas digitales.
Las transformaciones que se están produciendo con el uso de las tecnologías, los avances en el conocimiento del cerebro y de cómo los humanos aprendemos, el desarrollo de la inteligencia artificial y sus aplicaciones y la acelerada digitalización del mundo que hoy afecta todas las esferas de la vida; impactan de manera significativa la cotidianidad y colocan a nuestras instituciones de educación superior ante el desafío de acceder a nuevos requerimientos y demandas.
Esta situación coloca a las instituciones de educación superior ante la necesidad de desarrollar amplias capacidades de adaptación y la ejecución de profundos procesos de innovación que hagan posible su adecuación, con calidad y pertinencia, a la realidad actual.
Las oportunidades de articular experiencias de aprendizajes en entornos virtuales y el uso cada vez más amplio de modelos de enseñanza basados en realidades ampliadas, están revolucionando de manera significativa lo que tradicionalmente se conoce como educación presencial y la a distancia, acortando las diferencias entre ambas. De ahí el gran desarrollo que están teniendo los modelos de enseñanza e-learning y b-learning. Se observa una tendencia creciente hacia la combinación de todas estas estrategias educativas, aprovechando las ventajas y fortalezas de cada una para crear entornos de aprendizajes más robustos y eficaces.
Estos avances han hecho que el viejo debate sobre la educación presencial versus la educación a distancia se tornen obsoletos. El debate se centra cada vez más en garantizar, por la vía que sea más efectiva, el desarrollo de las competencias que hagan posible la inserción productiva y creadora de nuestros jóvenes, tanto en el mundo del trabajo como en el social, mediante el uso cada vez más intensivo de todas estas nuevas tecnologías y conocimientos en los procesos de enseñar y de aprender. Esta situación está haciendo que cada vez más la educación presencial se apoye en estas tecnologías para lograr sus objetivos.
En 1970, Alvin Toffler preveía que “buena parte de la educación tendrá lugar en la propia habitación del estudiante, en su casa o en un dormitorio común gracias a los sistemas de información por computadoras”. Esa visión del escritor estadounidense representa hoy una realidad indiscutible.
El Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología tiene el compromiso de garantizar, como lo establece el Artículo 63 de nuestra Constitución, que los jóvenes y adultos que realizan estudios en las instituciones de educación superior puedan acceder a una educación de calidad. Desde esta perspectiva, tenemos que definir los instrumentos normativos y los mecanismos de supervisión, control y de acompañamiento para garantizar, independientemente de la modalidad, con el aprovechamiento de experiencias e-learning, b-learning, o cualquier otra; que los procesos educativos se realicen de manera efectiva.
El propósito consiste en el logro de un aprendizaje pertinente, de calidad y significativo; mediante procesos capaces de desarrollar en las y los estudiantes, las competencias que han sido diseñadas como resultados esperados de las diferentes ofertas formativas.