La Organización de Estados Americanos (OEA) fue creada mediante la Carta A-41, de los Estados Americanos, un tratado interamericano firmado en la IX Conferencia Internacional, el 30 de abril de 1948, en Bogotá, Colombia. Surge como un organismo internacional, de ámbito regional y continental, integrado por líderes de las naciones de las Américas con el objetivo de ser un foro político para la toma de decisiones, el diálogo multilateral y la integración de América. De igual forma, promover y consolidar la llamada democracia representativa, fomentar la unidad y la cooperación entre los Estados, mediante una agenda regional común que permita debatir y avanzar en temas como gobernabilidad democrática, seguridad, derechos humanos, desarrollo sostenible, entre otros.
“Afianzar la paz y la seguridad del continente, prevenir las posibles causas de dificultades y asegurar la solución pacífica de las controversias que surjan entre los Estados Miembros; organizar la acción solidaria de sus Estados en caso de agresión, procurar la solución de los problemas políticos, jurídicos y económicos que se susciten entre éstos y promover, por medio de la acción cooperativa, su desarrollo económico, social y cultural.” Han debido ser sus propósitos específicos.
En los últimos años, este organismo se ha divorciado de sus reales atribuciones, para convertirse en una parcela del tristemente célebre excanciller de Uruguay Luis Almagro Lemes, que se ha convertido en un peón de los Estados Unidos de Norteamérica, y con su manejo interesado, parcializado, injerencista, ha convertido a la OEA en un vertedero internacional, donde las recetas imperiales en contra de los mejores intereses de los pueblos de Nuestra América han reemplazado los propósitos que le dieron origen.
El descalificado Almagro ha descalificado a la OEA. Su conducta al frente de este organismo es consecuencia de su conducta personal y política, al extremo de que en el 2018 fue expulsado, por unanimidad, de las filas del Frente Amplio de Uruguay, de manera denigrante por la decisión de un tribunal de conducta política, sustentados en su manejo irrespetuoso y violatorio del Derecho Internacional, del principio de no intervención como pilar indispensable del régimen interamericano, y de la soberanía de las naciones, como es el caso de su actitud con respecto a Venezuela, Nicaragua, Cuba, Bolivia, y, hasta con República Dominicana, entre otros.
En el caso de Venezuela, Almagro llegó al extremo, entre un prontuario de más de veinte amenazas, desde 2016 a la fecha, todas fracasadas, de pedir una intervención militar para derrocar al presidente Nicolás Maduro, electo por la voluntad popular. Esa aberración fue que le costó la expulsión de las filas de su Partido. Con Nicaragua, sus desafortunados intentos y presiones, llevaron a Almagro a pedir en el 2021, la suspensión de este país del bloque regional, echando de lado la normativa que rige el organismo. Nicaragua se retiró voluntariamente, dos años después de la fracasada intención de Almagro.
Contra Cuba, el títere de los Estados Unidos de Norteamérica, ha estado repitiendo la acusación como terrorista a este país, sumándose dócilmente a las agresiones y presiones del inhumano bloqueo contra el pueblo Cubano. En el caso de Bolivia, recordemos que fue el primero en decir que las elecciones de ese país en 2019 fueron fraudulentas, palabras que después se le vinieron encima, al quedar evidenciado de que el objetivo era imponer un presidente títere al servicio de los Estados Unidos.
Y, con República Dominicana, la visita de Almagro en agosto de 2015, fue calificada como la más incómoda y desagradable, llegó al país para participar en la Conferencia Mundial de la Asociación Mundial de Órganos Electorales, y externó unas declaraciones muy desafortunadas, irrespetuosas e injerencistas en nuestro propio territorio, cuando expresó para un canal de televisión internacional: “Es una isla. Generalmente cuando es una isla no hay dos países, hay un solo país aunque sea una isla grande como Australia. Esta es una isla pequeña con dos países, con realidades económicas muy diferentes, con realidades políticas muy diferentes“
Ante estos juicios alegres de Almagro, diversos sectores de la sociedad reaccionaron rechazando sus declaraciones, y manifestaron su falta de confianza en la imparcialidad de este secretario general de la OEA, que además había enviado una misión a ambos países en julio de ese mismo año, para comprobar que se respeten los derechos humanos de los inmigrantes. También varios sectores rechazaron la posición de la OEA de ofrecerse a facilitar un diálogo con Haití por la crisis migratoria y su recomendación de un encuentro bilateral para resolver la situación…
Como podemos ver, en los pocos casos citados, del desatino de Luis Almagro al frente de la OEA, en la tierra de Duarte, Luperón, Caamaño, María Trinidad Sánchez, y otros patriotas que lucharon por la libertad e independencia del pueblo dominicano, hay seguidores de este gerente del vertedero: los buzos criollos.
¿Cómo es posible que políticos dominicanos de la oposición acudan a la OEA en Washington a buscar solución a supuestas anomalías que atentan contra la democracia y la institucionalidad, y que afectarían la campaña y proceso electoral del próximo 19 de mayo?
En ese grupo que fue a Washington hay personas que gozan de mi afecto y reconocimiento, y no logro entender que se presten a hacer circo apelando a un organismo tan desprestigiado, reconocido en el mundo democrático como un vertedero internacional. Apelar a la OEA es conferirle la credibilidad que no tiene. Respetamos su decisión, pero no compartimos que representantes de un sector de nuestra clase política se arrodille en nombre del pueblo dominicano ante un organismo tan auto desacreditado como la OEA y su secretario general Luis Almagro.
Y, como en estos espacios donde se depositan desechos los que penetran en ellos en busca de algo que les llene, el refranero popular dominicano les denomina “buzos”, en eso se convierten quienes han acudido a buscar auxilio ante un organismo que ha perdido su naturaleza.
Caramba, la democracia dominicana, en construcción, ha costado mucha sangre y sacrificio a este pueblo, para que descendientes políticos de aquellos, y algunos de ellos propios, anden mendigando pan a quien quizás lo pudiera tener pero dejó perder la calidad que se requiere para darlo. Apostemos a que este país y nuestro pueblo aprenda a actuar con su propia libertad, independencia y soberanía frente a sus problemáticas y soluciones.
Esos buzos criollos en el vertedero de la OEA deben reflexionar y buscar las respuestas a sus demandas a lo interno de sus propias casas y entre sus propios ocupantes. Algunos han bajado mucho en porcentaje, pero ese nivel no podrán subirlo apelando a la OEA.