La inteligencia artificial es una cuestión que apenas comienza y debemos seguir de cerca. Particularmente desde que llegó el famoso robot conversacional Chatgpt, que ha cumplido dos años, se ha resaltado su potencial impacto sobre el mercado laboral, la posibilidad de que desplace de él a millones y millones.
Pero sabemos ya que no es el único problema que encierra la revolucionaria tecnología. Viene también a ayudar a hacer el mal (desinformación, “travesuras”, estafas, chantajes y más), como estamos viendo frecuentemente. Y, como si fuera poco, ya se ha planteado otro problema, inicialmente inadvertido. Tiene también impacto ambiental por su ingente consumo de electricidad y agua.
