La salida de las autoridades a las calles con alcoholímetros en mano a nuevamente controlar el consumo de alcohol entre conductores trajo la alarmante cifra de que el 10% estaba ebrio. Queda bien dimensionada la importancia de la medida; alcohol al volante es una de las principales causas de los accidentes en nuestro país, que tiene la mayor “siniestralidad vial” mundial. Pero surgida de nuevo la idea de atacar esa variable específica en esta cuestión ¿tenemos razones para no pensar que se repetirá la historia habitual?: comenzar el control con mucho ímpetu, para con el tiempo relajarlo, finalmente abandonarlo y luego nada. Si soy escéptica, no se me puede culpar.