Hay una batería periodística-mediática -más bien, periferia política- del expresidente Leonel Fernández que actúa como aquellos pésimos boxeadores: sólo saben dar golpes, pero no saben recibir; y encima, se envalentonan cuando su punto de mira-fijación -Danilo Medina y el PLD- riposta algunos golpes, a dos manos, para defenderse de una embestida que tiene múltiples antecedentes, entre ellos tres de los que se quieren olvidar-: a) primarias-derrota 2019, b) dos millones de firmas-votos que nunca aparecieron -cuento-autoengaño (2020)-; y c) alianza-pacto político-electoral PRM-FP-2020 (que, ni siquiera, publicitaron -engañabobos-).
Para esa batería periodística-mediática, el PLD y el expresidente Danilo Medina están obligados a recibir feroces ataques, acusaciones, sonsaques, linchamientos ético-moral -de redes sociales-; y ni siquiera pueden sacar cabeza, en defensa propia, en aras de la impostura de una artificiosa oposición política-electoral que encabeza -en su imaginario- Leonel Fernández. Y en esa línea, de campo libre, apuestan a tres acomodamientos o resignación del PLD: 1) darse como no opción de poder de cara a 2024, 2) apoyo, vaya contradicción, de las bases del PLD a las aspiraciones eternas del tres veces presidente; y 3) fomentar y cifrar en el precandidato Abel Martínez el epicentro de un cisma divisionista en caso de no salir favorecido en la consulta del 16 de octubre, pues, sin duda -y según ellos-, habrá sido por trampa y la casi segura impostura del presidente del PLD (vaya estrategia de todo ganar). En fin, para ese litoral (mezcla de fanáticos, kamikazes-ultraderecha y duchos intrigantes) el PLD no debería, siquiera, intentar participar en las elecciones venideras de 2024.
Parecería que, para ese litoral, la corrupción pública-privada -telón de fondo y flagelo histórico-estructural del que ningún gobierno ha estado exento- tiene su génesis e hipérbole en el interregno 2012-2020, obviando el histórico “la corrupción se detiene en la puerta de mi despacho”, los expedientes 2004-2012 y los casos-escándalos actuales -a pesar de la “justicia independiente”-, como si todos no formaran parte de una arraigada cultura (histórica-multisectorial) en el ejercicio del poder -la de visualizar el acceso a los poderes públicos como vía expedita para hacer “acumulación” rápida de riquezas-.
Ya lo hemos escrito: por el camino del acorralamiento, la descalificación y el no respeto al debido proceso (en interés de condena mediática, sin previo juicio de fondo y sentencia, para lograr ganancia de capital político-electoral -cuidémonos de un lawfare-) no sentaremos más que un precedente transitorio, pues el flagelo corrupción pública-privada, en países en vía de desarrollo -como el nuestro-, solo se aminora -porque ni en la China, que lo pasan por la guillotina o el paredón, ha desaparecido-, a través de un pacto político-institucional de todas las fuerzas políticas y los poderes fácticos y, sobre todo, procurando el afianzamiento de un sistema de justicia basado en doctrina, carrera judicial, incorruptibilidad de los jueces; y el fin de un sistema de justicia de colindancia política-empresarial.
Así, que, señores leonelistas -su periferia política-periodística-mediática- y cierta ala persecutora-judicial, traten de bajarle a sus ímpetus u estrategia de creer que el masoquismo, el show mediático-periodístico -fusilamiento de redes sociales- o, el miedo es designio y sepultura del PLD.
Finalmente, recordamos que, el juez Sergio Moro, en Brasil, es un espejo….