Prestamos Pinceladas al jurista y profesor universitario Emilio Aquino Jiménez, quien escribe sobre lo que él llama la autolimitación del poder político:
L’État, c’est moi es el vivo ejemplo de que el poder cuando reside en un soberano absoluto no tiene límites. Las raíces de las revoluciones desde 1215 en Inglaterra, pasando por 1776 en EE.UU. hasta la revolución por antonomasia, la francesa del 1789, tiene su naturaleza en la limitación al poder del soberano. Por tanto, la acumulación de poder por parte de los gobernantes es una herramienta siempre utilizada por quienes gobiernan.
Cosa extraña es que el propio soberano decida sin presión social, ni revolución, autolimitar su poder motu proprio, quizás para algunos resulte sospechoso, para otros es la demostración palpable de que estamos en tiempos de cambios. Cambios sociales, políticos, tecnológicos y obviamente jurídicos que están incidiendo en la forma de comportamiento que exhiben los gobernantes actuales.
Ese escenario de cambios lo hemos observamos cuando el actual presidente de la República Dominicana, Luis Abinader Corona, decide someter un proyecto de reforma constitucional, donde al contrario de lo que han hecho siempre los presidentes de turno, es decir, buscar abrogarse beneficios políticos con una reforma constitucional, decide ceder parte del poder discrecional que tiene de nombrar funcionario de alto rango como es el procurador general de la República, brazo ejecutor de la política criminal del Estado.
Ciertamente, dirán muchos, que se trata de una reforma que no le afectará a su mandato, pues surtiría efecto cuando ya él no sea presidente de la República, pero sería mezquino no reconocer que independientemente de que ya no pueda optar por la primera magistratura después del año 2028, el hecho de impulsar una reforma sin traumas, que limite poder al Ejecutivo es un acto de desinterés del actual gobernante, pues la no relación política de dicho funcionario limita el poder no solo del presidente de turno, si no, de los políticos en sentido general y Abinader seguirá una vida política más allá de su mandato presidencial.
Es un síntoma de alivio para la sociedad dominicana el hecho de que se pretenda hacer una reforma constitucional sin que medien los traumas que siempre han acompañado los cambios en la Constitución, pero, además, que desde el propio Poder Ejecutivo se trate de lograr poner “candados” a la Carta Magna es de suma importancia para la vida institucional de la República.
Cierto, debemos ser vigilantes de las pretensiones de los políticos, debido a que siempre que ofrecen algo, es porque detrás existe alguna escaramuza disfrazada, pero me inclino por la bondades que podría tener una reforma como la propuesta por el presidente actual, él podría imponer una reforma en su beneficio, tampoco lo ha intentado, por tanto, creo que su postura le permite ocupar un lugar cimero en la alta política del Estado Dominicano, pues pasara a la historia como uno de los pocos presidente que pudiendo utilizar el poder para su beneficio personal, decidió hacerlo en beneficio del país.