Hoy inicia un nuevo año, ocasión propicia para plantearse metas alcanzables y evaluar aquellos aspectos a mejorar en cualquier ámbito, tomando en cuenta los factores con los que se puede maniobrar y otros que están fuera de nuestras posibilidades, pero que por igual podrían incidir en la toma de decisiones trascendentales. Es por tanto oportuno conocer los temas que se perfilan de interés en el 2025 y las perspectivas que giran en torno a los mismos.
En tal sentido, el escenario geopolítico será determinante, por su incidencia directa en todos los ámbitos estratégicos de las naciones, en momentos en que toman interés conceptos como desglobalización, despolarización, individualismo y gegopolítica, estos dos últimos asociados a la personalización del poder y como ello puede afectar el curso de las relaciones entre los estados.
En esencia, es un panorama en el que predomina la incertidumbre, en un contexto matizado por la asunción al poder del presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, previéndose una redefinición de la agenda de temas e intereses de esa potencia, con su efecto dominó en otros países.
Sobre el particular, se esperan cambios en el abordaje de la migración y la seguridad fronteriza; la política sanitaria, con su rechazo a la igualdad de género, el aborto y las vacunas, al punto de asociarlas con el autismo, y el país enfrentando una crisis aguda de adicciones a los opiáceos.
Preocupa el rumbo de la política climática y la política comercial, esta última teniendo como telón de fondo el temor que provoca en inversionistas su conocido proteccionismo, que en esta ocasión se avista en su interés de aumentar en un 25 % los aranceles a Canadá y México, sus vecinos y socios comerciales con un tratado de libre comercio que tiene unas tres décadas.
Asimismo, las relaciones políticas y comerciales con China, la dinámica que tendrá con los presidentes de Rusia y Corea del Norte, el futuro expansionista y la cohesión de mecanismos estratégicos como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), así como el devenir de los conflictos armados Rusia-Ucrania e Israel-Palestina.
Aunque el líder republicano marcó equidistancia en torno a la caída del Gobierno sirio, está en perspectiva si mantendrá su postura o si hará algún cambio, conociéndose lo volátil de su personalidad.
Con relación a Puerto Rico y Haití, las expectativas no son las mejores, recordándose que es crítico del asistencialismo y en su retórica no ha faltado el desdén para referirse a esas naciones y sus ciudadanos.
La falta de apoyo al vecino país le generaría una mayor presión a la República Dominicana, porque continuaría enfrentando sola la carga económica que representa la desproporcionada migración ilegal haitiana.
Está por verse como Trump encaminará su influencia en una Latinoamérica donde los gobiernos de derecha están recobrando su espacio, ante la impopularidad de la izquierda. A propósito de esto, se prevén elecciones presidenciales en Ecuador, Bolivia, Chile y Honduras, y en países tan distantes como Bielorrusia, que se considera un bastión del presidente ruso, Vladimir Putin.
En cuanto a lo económico, se indica que el Banco Mundial (BM), en su informe Perspectivas Económicas Mundiales, “Prevé que el crecimiento mundial se mantendrá estable en un 2,6 % este año. Dadas las continuas presiones inflacionarias, es probable que los bancos centrales sigan siendo cautelosos a la hora de flexibilizar la política monetaria. En consecuencia, se proyecta que las tasas de interés oficiales de referencia serán notablemente más altas que antes de la pandemia”.
En consecuencia, existe aprensión en torno a los precios de las materias primas; y la ralentización de la economía China, debido a la reducción del consumo interno.
En lo referente a la República Dominicana, organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), han establecido que mantendrá la estabilidad económica que viene exhibiendo, que la convierten en un referente en la región de América Central y el Caribe, aspecto que resulta de interés para la inversión extranjera y genera tranquilidad en los sectores que intervienen en la economía local.
En otro orden, la inteligencia artificial continuará dando de qué hablar, más por los riesgos que representa en ocasiones, que por su uso aplicado a la ciencia y a la tecnología.
Y aunque el terrorismo aparenta estar fuera del radar, es un tópico que forma parte de la agenda de riesgos y amenazas de diversas naciones donde se conjugan nefastamente el fundamentalismo religioso, la discriminación y los problemas de adaptación de algunas minorías o grupos étnicos.
En resumen, el 2025 deberíamos asumirlo con optimismo y planificación, como factores fundamentales para enfrentar los desafíos que se presentan cotidianamente y que en ocasiones pueden ser un punto de inflexión en la consecución de nuestras metas.