Este el título de un libro puesto a circular recientemente por la gobernadora demócrata de Michigan en los EE. UU., Gretchen Whitmer, con el nombre en inglés de “Fix the Damn Roads”. Este a su vez fue el slogan de su campaña del 2018, en la cual resultó electa para su primer mandato en este cargo.
Contaba la gobernadora Whitmer en una entrevista reciente, que mientras visitaba un pequeño pueblo ubicado en las orillas de uno de los lagos que bañan ese estado durante su campaña del 2018, le preguntó a una señora de unos 50 años lo siguiente:
-¿Cuál Ud. cree debe ser la prioridad más urgente que yo debería resolver de ser elegida gobernadora?
La señora le respondió:
-¡¡Arregle las “malditas” calles!!
La gobernadora le preguntó extrañada:
-¿Por qué es esa su prioridad?
y la señora le respondió:
-Ayer en la mañana, mientras me dirigía a mi trabajo, mi auto cayó en uno de los tantos hoyos que hay en las calles y carreteras de Michigan y que esto le había causado: perder un día de trabajo, contratar una grúa para trasladar su averiado auto al taller, pagar por el arreglo del auto y por un Uber para trasladar a los niños de la escuela a la casa; y contratar a una cuidadora que atendiera a los niños mientras ella hacia todas esas diligencias.
Decía la gobernadora Whitmer durante su entrevista, que esa constituyó una gran lección: Mientras ella hacia campana basada en los grandes temas que en ese entonces eran el eje de discusión de clase política de los EEUU, la atención de sus votantes estaba enfocada en la solución de sus problemas más urgentes y que ella iba a dedicar toda su gestión como gobernadora a resolver estos problemas. Lo primero que hizo fue cambiar el slogan de su campaña a “arregle las malditas calles”.
El éxito de la gobernadora Whitmer durante su primer mandato ayudó al presidente Biden a ganar ese estado en el 2020; a ella resultar elegida para un segundo mandato como gobernadora en el 2022, y al Partido Demócrata recuperar el control de ambas cámaras en ese estado en el 2023.
Y esto es una lección que todos los políticos deben entender: Son elegidos para “arreglar las malditas calles”, entendiendo por esto hacer gobiernos honestos, que resuelvan los problemas de los ciudadanos y que aseguren la implementación de políticas públicas responsables que contribuyan a un desarrollo equitativo.
Yascha Mounk -en su libro “El pueblo contra la democracia”- atribuye la crisis actual de la democracia en los países occidentales a la fricción que existe entre democracia y liberalismo en un mundo que se torna cada vez más multicultural, multirracial y desigual; mientras Steven Levitsky y Daniel Zibblat – en su libro “Como mueren las democracias”- analizan la crisis actual de la democracia, enfocándose en la erosión gradual de las prácticas democráticas por parte de líderes autoritarios. En mi opinión estos autores ignoran uno de los mayores problemas de la democracia de hoy: Que los gobernantes “no arreglan las malditas calles”.
Y no es cierto que el problema radica en la democracia como forma de gobierno, ya que son muchos los gobernantes que han sido capaces de “arreglar las malditas calles” bajo este sistema de gobierno. El problema está en la elección de gobernantes incompetentes que hacen gobiernos malos.
Aun con sus limitaciones, coincido plenamente con lo expresado por Winston Churchill quien afirmó que “la democracia es el peor sistema de gobierno, con excepción de todos los demás que se han sido probados”. ¡Hagamos buenos gobiernos para que la democracia perdure!