Los aspectos asociados a la reforma fiscal han sido muy bien estudiados en publicaciones de fácil acceso. “Estadísticas Tributarias en América Latina y el Caribe 2020”, publicación conjunta del BID, CEPAL, OCDE y la Unión Europea. “República Dominicana, hacia un sistema tributario más eficiente” del Banco Mundial con la participación de autoridades y especialistas del país. “Gasto Tributario en la República Dominicana”, del Ministerio de Hacienda; también del Ministerio de Hacienda junto a otras instituciones “Estimación del Incumplimiento Tributario en la República Dominicana”.
Son varios los estudios con profusas estadísticas y hasta matemáticas avanzadas; pero dado el carácter de amplia participación y transparencia que requiere el proceso de la reforma fiscal, es recomendable procurar la mayor comprensión posible desde una aritmética simple. Veamos.
Como punto de partida y más allá de otras fuentes financieras como el endeudamiento, consideremos el dinero que le corresponde realmente al Estado dominicano, de lo que se denomina como presión fiscal o tributaria, y que se estima como el porcentaje equivalente al Producto Interno Bruto-PIB-
Para los países más desarrollados el promedio es 34% del PIB, para América Latina y el Caribe es el 23% y para la República Dominicana el 14% del PIB. A lo que se agrega -de entrada- la imperiosa necesidad de incrementar la inversión en áreas cruciales del desarrollo como salud e infraestructura que sumadas requerirían al menos de un adicional de más del 6% del PIB; pero el problema es que el Estado no sólo no puede a partir de ese 14% del PIB aumentar esas inversiones para el desarrollo económico-social, sino que se ha visto obligado a constantes endeudamientos -cubriendo hasta inapropiados subsidios- hasta llegar empujado además por la pandemia, a un déficit del 7% del PIB.
Por otro lado se ha estimado que dentro del actual régimen se deja de cobrar por concepto de incumplimiento del ISR (impuesto sobre la renta) y el ITBIS hasta el 9.5% del PIB. Además, el sacrificio fiscal por exenciones tributarias para favorecer determinadas actividades económicas y/o zonas geográficas se calcula en un 5.1% del PIB.
Lo anterior indica que hay márgenes para aumentar las recaudaciones a partir de una mayor eficiencia, sin incrementar las tasas. Pero ese camino no tendría resultados auspiciosos en el corto plazo por sus conocidas complejidades y dificultades. Por lo que cobra fuerza además el incremento de algunas tasas aún muy por debajo del promedio de la América Latina y el Caribe.
La aritmética de la reforma fiscal luce muy clara, no tanto así las soluciones y más cuando las decisiones son ya ineludibles.