El dirigente político, abogado, profesor y hurgador de nuestra historia contemporánea, Euclides Gutiérrez Félix, ha repetido mil veces que en la sociedad dominicana no caben dos PRD. Por supuesto, tal señalamiento a partir del otrora PRD de luchas encarnizadas de tendencias, grupos y proyectos presidenciales que no podían cohabitar en un mismo partido sin descalificarse, zaherirse, y, finalmente, dividirse. Fue en el marco de esa vorágine e indisciplina política-doctrinaria, que, Bosch se marchó -1973-, Peña-Gómez se desgarró y enfermó –hasta morir en 1998; y el más presidenciable de sus líderes, Hatuey De Camps, tuvo que irse expulsado, para no retornar jamás. Todo eso, a pesar de que el PRD, bajo el liderazgo-influjo de Peña-Gómez, fue gobierno: 1978-82 –una inflexión-histórica (crisis-derrota del bonapartismo balaguerista)-, 1982-86 y, en cierta forma, 2000-2004.
El PLD, como otros tantos partidos políticos, surge de ese vientre-madre (el PRD), pero con una conciencia crítica de esa vorágine de indisciplina y luchas de tendencias grupales que Juan Bosch trató de superar-elevar a otro estadio de civilidad política a través del estudio sistemático de la realidad nacional e internacional y tratar de inculcar métodos de trabajo y planificación política para alcanzar el poder y hacer las transformaciones -sociales-estructurales- afines a un partido democrático popular que se autodefina como la Esperanza Nacional. Como sabemos, Bosch no pudo alcanzar ese estadio de civilidad política e imponer los círculos de estudio ni mucho menos disciplinar una cantera de liderazgos de tantas efervescencias y antagonismos individuales.
En consecuencia, a Juan Bosch no le quedó otro camino que irse del PRD, y formar, tienda a parte, un nuevo partido: el Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Partido que, en honor a la verdad, devino en una verdadera escuela política –quizá la única- de formación política-doctrinaria, desde la política como ciencia, para dirigir la sociedad y el Estado.
Para acortar la historia de la evolución política-electoral del PLD, diríamos que Juan Bosch formó un partido de cuadros que, en la medida que fue afianzándose en la sociedad y concitando simpatía electoral, fue también cambiando de fisonomía -política-ideológica- hasta aproximarse-decretarse partido de masas vía tres eventos-capitales: a) rompió el bipartidismo político-electoral PRSC-PRD -1990-; b) su llegada al poder, en 1996, bajo la sombrilla del Frente Patriótico (una increíble alianza: PLD-PRSC, o más inverosímil, la unión de dos antípodas –política e ideológica- Bosch y Balaguer); y 3) hizo la mejor transición-relevo de los grandes liderazgos nacionales -en Leonel-Danilo-Jaime- sin trauma y preservando el partido.
Quizás, ante el espectáculo que hoy contemplamos, la carta-sugerencia de Jaime David Fernández Mirabal –ex vicepresidente- es lo más aconsejable…. O, como se dice, “El último mohicano”.