Durante décadas hemos hablado y escrito, en foros científicos nacionales e internacionales, en revistas técnicas y científicas, en conferencias dictadas en las universidades locales y en instituciones públicas y privadas, así como en la radio, en la televisión y en la prensa escrita, sobre el alto riesgo sísmico de nuestra isla Hispaniola fruto de dos importantes fallas sísmicas regionales, de las cuales una está ubicada al norte de la isla y otra al sur de la mitad oriental y dentro del territorio suroccidental, siendo esas dos grandes fallas las responsables de los grandes terremotos que se han convertido en los grandes desastres sísmicos que ha sufrido nuestra isla desde el año 1562 hasta el año 2010, y donde los núcleos urbanos emplazados sobre suelos flexibles, como Santiago, La Vega, La Isabela, Cabo Haitiano, Port de Paix, Mole Saint Nicolas, Azua y Puerto Príncipe, han sido los únicos severamente afectados, mientras los núcleos urbanos emplazados sobre rocas rígidas, como Santo Domingo y Petionville, han quedado intactos.
El hecho de que los inventarios de estructuras dañadas por sismos, tanto en la isla Hispaniola, como en otras partes del mundo, nos confirmen que los grandes daños siempre se concentran en zonas caracterizadas por la presencia de suelos arenosos, limosos, arcillosos, margosos, o aluviales, que amplifican las fuerzas sísmicas y ejercen grandes esfuerzos cortantes sobre las estructuras y terminan por destruir todos aquellos elementos estructurales verticales que fueron diseñados y construidos sin considerar que tendrían que soportar fuerzas sísmicas amplificadas, ha llevado al planteamiento de nuevos criterios constructivos y al desarrollo de nuevos sistemas que permitan que las estructuras sensibles construidas sobre suelos flexibles, y que han de albergar a muchas personas, sean diseñadas y construidas considerando el máximo terremoto esperado para la zona de emplazamiento, considerando la máxima aceleración que se habría de producir en el suelo y en la estructura, y considerando no solamente la interacción entre el suelo y la estructura, sino el mejor sistema de aislamiento sísmico entre el suelo y la estructura.
Los colapsos sísmicos de muchas estructuras hospitalarias, tanto en nuestra isla como en diferentes partes del mundo, incluyendo Haití, México, Ecuador, Italia, Nepal, China, etc, han contribuido a fomentar una nueva filosofía de aislamiento sísmico hospitalario, a los fines de que los hospitales no sufran ningún tipo de daños al momento de un fuerte terremoto, pues se supone, y así lo hemos escrito en múltiples artículos, que los hospitales deben ser búnkeres a prueba de terremotos, ya que es inaceptable que el lugar destinado a recibir a los ciudadanos que han resultado heridos durante un gran terremoto, también sea destruido por el mismo terremoto, lo cual no tiene ningún sentido para ninguna sociedad, y por ello la sociedad de hoy exige a la ingeniería de hoy que los nuevos hospitales sean sismorresistentes bajo el peor de los escenarios sísmicos posibles, a los fines de que el hospital se mantenga brindando servicios hospitalarios de emergencia, de internamiento, y de cirugías, en todo momento post terremoto.
Los aisladores sísmicos son piezas elásticas construidas de acero y caucho que se colocan entre la losa de cimentación y las columnas, a los fines de permitir que la aceleración sísmica experimentada por un suelo flexible al momento de un fuerte terremoto se reduzca al 30% de su magnitud en los niveles superiores de la estructura donde han sido instalados, en lugar de multiplicarse hasta un 300% como usualmente ocurre en los niveles superiores de las estructuras construidas sobre suelos flexibles, con lo cual desaparecen los grandes desplazamientos laterales que usualmente se producen en la parte superior de una estructura construida sobre suelos flexibles, ya que los aisladores sísmicos permiten que toda la estructura se desplace lateralmente de manera uniforme, con lo cual las fuerzas cortantes se reducen a su mínima expresión y la estructura no sufre ningún tipo de daños, y gracias a ello se mantiene en servicio normal, especialmente cuando se trata de un hospital.
De ahí que la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE), bajo la dirección del Ing. Francisco Pagán, ha decidido asumir la nueva filosofía de la sismorresistencia estructural hospitalaria fundamentada en el uso de aisladores sísmicos para las nuevas estructuras hospitalarias que sean emplazadas sobre suelos flexibles, y en la pasada semana esto fue hecho de conocimiento público en una actividad formal donde los ingenieros Francisco Pagán, Leonardo Reyes Madera y Osiris de León, expusimos, ante distinguidos comunicadores y miembros de la prensa, las grandes ventajas del uso de aisladores sísmicos en estructuras hospitalarias construidas sobre suelos flexibles, comenzando por utilizarlos en los nuevos hospitales de San Francisco de Macorís, Nisibón y Dajabón, por estar sobre suelos flexibles, lo que marca un antes y un después en la sismorresistencia de las estructuras hospitalarias dominicanas, ya que en lo adelante estos criterios deberán formar parte de los nuevos estándares en materia de construcción de hospitales públicos y privados.