Algunas zonas del país, especialmente del Gran Santo Domingo, han reportado falta de agua potable, lo cual es atribuido a que la sequía habitual en los primeros meses del año se ha agudizado por el cambio climático, entre otros motivos.
Sin embargo, el valor del agua no es reconocido por miles de personas, principalmente de sectores de escasos recursos y hasta de clase media, que la desperdician y desparraman sin ninguna consideración.
Resulta desconcertante cuando se observa caer constantes chorros de agua de techos de algunas viviendas, por desperfecto o falta de una simple flota para controlar el llenado de tinacos. Eso mismo sucede con cisternas, inodoros, duchas y llaves por una pequeña zapatilla dañada u otra avería menor.
En otros lugares, como lavaderos de vehículos formales e informales, también se puede ver el uso inconsciente del agua, pese a los esfuerzos de las autoridades por controlar esa práctica inhumana en negocios.
Sería bueno una mayor supervisión visual de técnicos de instituciones proveedoras de agua potable a viviendas familiares desde afuera, porque no les he permitido ingresar a las mismas, para primero advertir a ciudadanos sobre la salida de agua de sus hogares, y luego sancionarlos, sino hacen los debidos arreglos, como propone el líder comunitario y artista de Los Prados de San Luis, Félix López.
El golpeo del cambio climático al medio ambiente debe aumentar la conciencia de los ciudadanos sobre el uso responsable del agua.
A esa situación se le debe sumar el incremento de la demanda del preciado líquido en el Gran Santo Domingo y otras zonas del país por el surgimiento de nuevos asentamientos humanos, como sucede en Santo Domingo Este, principalmente en áreas aledañas a la avenida Ecológica.
Pese al esfuerzo de las autoridades, será muy difícil cumplir con la demanda de agua mientras una parte de la población continúe derrochándola en detrimento de otros.
Por ejemplo, la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD) ha situado su producción de agua diaria en unos 470 millones de galones, lo cual debería ser suficiente para atendar la demanda del Gran Santo Domingo.
Necesitamos una campaña nacional de concienciación sobre el uso y control responsable del agua, para que, ni en tiempo de sequía, ningún dominicano padezca por la falta de ese preciado líquido.