Pese a que me encuentro en Ciudad México, atendiendo invitación del INE como observador electoral, he querido hacer un alto a esta importante labor, para responder las infortunadas declaraciones de este señor.
Adriano Espaillat Rodríguez es un político norteamericano de origen dominicano. Miembro de la Cámara de Representantes, por la ciudad de New York y por el Partido Demócrata, suele utilizar, para consolidar su capital político, todo tema relacionado con la patria de sus padres, incluso, con el Caribe y Centroamérica.
Adriano Espaillat, a juzgar por sus frecuentes declaraciones, se cree una especie de apoderado de la nación ante las autoridades norteamericanas, lo cual no estaría mal si priorizase los intereses de la primera y no de las segundas.
Adriano Espaillat acaba de publicar en Diario Libre unas declaraciones tituladas “Adriano Espaillat defiende a Estados Unidos ante critica de dominicanos por la poca donación de vacunas”, en la cual, como nos tiene acostumbrados, muestra una extraordinaria sensibilidad hacia el buen nombre y lustre del gobierno de su país adoptivo, y escasa hacia el gobierno y el pueblo de su país de origen.
Espaillat es el vocero “dominicano” de ciertos intereses imperiales que ven con malos ojos la consolidación y desarrollo de las relaciones y el comercio entre la República Popular China y la República Dominicana, por eso al final de sus declaraciones no puede dejar de hacer, como de pasada, la afirmación de que esta colaboración no es ventajosa, que las vacunas chinas muestran pobre efectividad y que “…nos preocupa que estos acuerdos con China no contribuyan a la estabilidad regional”
Antes de enseñar el refajo con estas afirmaciones, Adriano Espaillat se prodiga en datos que, supuestamente demostrarían que el gobierno norteamericano está contribuyendo decisivamente a la lucha contra la pandemia en los países del Tercer Mundo mediante políticas altruistas y humanitarias, y que gracias a ello, y a las remesas que los dominicanos de la diáspora están enviando a sus familiares en la isla, es que la economía se mantiene a flote, lo cual sería, aunque no lo dice claro, señal del fracaso de las políticas propias del gobierno del presidente Luis Abinader para enfrentar los efectos de la pandemia y reanimar la economía nacional, desde la soberanía, la justicia social y la independencia nacional. De paso, Adriano Espaillat “olvida”, que las remesas de los dominicanos a sus familiares, no surgen de la nada, ni se deben a otra cosa que no sea el trabajo duro de esas personas, no de la magnanimidad de ningún gobierno, y que, si bien ayudan al pueblo dominicano, también tributan a las riquezas de esa nación.
Si Adriano Espaillat se cree tan patriota y defensor de su país de origen y del pueblo dominicano, por qué no se ha referido a la negligencia de las farmacéuticas Pfizer (norteamericana) y AstraZeneca (británica), que han violado los contratos de venta con el Gobierno dominicano para la entrega en el tiempo convenido de las respectivas vacunas.? Se entiende su silencio, no quiere tocar intereses que le son útiles.
Sobre la hipocresía y el egoísmo de los países ricos y las grandes farmacéuticas, a la hora de enfrentar la pandemia, basta remitirse a las declaraciones de Tedros Adhanon Ghebreyesus, director de la Organización Mundial de la Salud, quien declaró, en enero, “… que estos están acaparando las vacunas en detrimento de los más pobres y que el mundo está ante un catastrófico fracaso moral”. En cuanto al cacareado humanismo del gobierno norteamericano y sus preocupaciones sobre la “estabilidad de la región”, se impone recordar que, en medio de la pandemia y las dificultades económicas que ella impone, ha mantenido los bloqueos contra países como Venezuela y Cuba, potenciando los efectos de la enfermedad en sus poblaciones.
Como avezado manipulador, Espaillat ha declarado, con toda la irresponsabilidad que esto entraña, que la vacuna Sinovac solo es efectiva en el 51% de los vacunados, omitiendo que la OMS confirma que lo es en ese porciento para prevenir la enfermedad sintomática entre los vacunados, pero que lo es en un 100% para prevenir el COVID-19 grave y la hospitalización. No en vano, el pasado 3 de junio, la OMS la incluyó en su lista de uso de emergencia, por cumplir los estándares internacionales de seguridad y eficacia.
Y hay más: apenas el 6 de abril del presente año, en el marco del mecanismo COVAX, el país recibió las primeras 91,200 dosis de vacunas, de un total de 2,169,000 previstas. Solo el primer lote comprado por República Dominicana, y procedente de la República Popular China, fue de un millón de dosis, a las que se sumaron 50,000 de donativo. En su cuenta de Twitter el presidente Abinader agradeció a las autoridades chinas por haber otorgado con prontitud, el permiso de exportación. La Embajada china en el país declaró que tales ventas y donativos, en momentos de crisis mundial, no tienen ningún sentido político, muy lejos de los habituales condicionamientos a sus intereses de cada acción norteamericana, como nos lo acaban de recordar las infortunadas, aunque para nada sorprendentes, declaraciones del legislador estadounidense Adriano Espaillat.
Le aconsejamos al honorable Adriano Espaillat que antes de tocar a una puerta para depositar sus críticas, se cerciore de si es la correcta.