Fueron incontables las lecturas compartidas, andanzas barriales -Los Mina- y aquella poblada de 1984 que nos marcó y hermanó en las lides políticas: él -Guarinito, como le llamábamos- desde el movimiento popular -y al mismo tiempo, dirigente deportivo y cultural-, yo, ecléctico y más ensimismado en la socialdemocracia, la lectura, literatura y muchísimas incógnitas políticas e ideológicas. Luego, vinieron los años de bifurcación política-ideológica y el ejercicio profesional (también, las preferencias o militancias políticas): él abogado -teórico-doctrinario y litigante (con estudios o maestría, doctorado y ejercicio docente)-, y yo, profesor de historia, aprendiz de articulista, aspirante a ensayista -que aún no logro-, migrante, diplomacia y político -a mi manera-; pero siempre dos almas indomesticables……
Desde el año 1999, y de vez en cuando, cuando iba al país, procuraba verlo y cuando sucedía, casi siempre de imprevisto, remembrábamos aquellos años de lecturas y rebeldía; pero siempre caíamos en nuestra más inquebrantable coincidencia: la lectura ….
Con los años y en el ejercicio de su profesión y de su esmerada carrera de servidor público, pude aquilatar su terminada formación académica-técnica y sapiencia en los quehaceres de su dominio. De esa experiencia, sus profundos y atinados artículos y reflexiones jurídicas-políticas… (ojalá se publiquen en un libro, para la enseñanza y aporte al debate sobre los temas -Democracia, Derecho Constitucional, Legislación Electoral, entre otros- que concitaban su interés e inquietudes jurídicas-filosóficas, políticas e intelectuales).
También lo vi en su rol de esposo y padre responsable, en aquel entonces, de una niña que era su adoración (la imagino ya profesional); luego supe que vinieron más prole, y de seguro que también derramó su amor, dedicación y esmero por ellos… (pues Guarinito era un hijo amoroso: quería mucho a su madre -doña Trini-, hermanos y tíos; sobre todo, a César que, creo, lo inspiró a estudiar derecho).
No sé, pero esta partida de mi amigo Guarino Cruz -que fungía como director del departamento de Partidos Políticos de la JCE de la que fue consultor jurídico- me dice que nuestra generación fue -y es- comprometida; y por ello, solo le digo, desde la distancia y lo más hondo de mi alma, adiós o hasta luego inolvidable amigo, porque seguiremos leyendo: tú desde el cielo o desde algún lugar etéreo (¡reflexionando!) y yo, aún, aquí, entre mi familia (esposa, hijos y hermanos), libros, mis pasos, lentos y comprometidos, en la fe y uno que otros valiosos amigos ….
Querido amigo, cuídate mucho y que Dios te recibas como te lo mereces: como hijo, esposo, ciudadano, profesional íntegro, y padre abnegado y responsable… ¡Que en paz descanse!