La noche del lunes, en el XV Festival de Cine Global de Santo Domingo, he visto el documental producido por mi amigo, el onubense Manuel H. Martin, sobre el pintor español “Velázquez, el arte y el poder”.
En el siglo XVII Diego Velázquez protagonizó una aventura de la dignificación del arte y del pintor, que era menospreciado entonces por recibir dinero a cambio de una obra. Y por tanto no podía pertenecer a la nobleza.
Del Diego Velázquez ser humano se conoce más bien poco. Fue un hombre que cronicó su época y su entorno desde la pintura, a falta de fotografías, videos y redes sociales. Velázquez no opina sobre sí, opina sobre nosotros. Aunque en Las Meninas tumba la cuarta pared y se muestra a sí mismo como la figura triunfal, dejando entrar la luz a través de una ventana a la vida íntima de la corte.
En el documental aparece, entre expertos en arte, el político español Alfonso Guerra, que aporta una visión mucho más abarcadora del poder y el arte en la figura del gran pintor español que logró escalar a la nobleza y convertirse en Caballero de la Orden de Santiago.
Como quien va del azafrán al lirio -que ya decía el gran poeta Emilio Ballagas-, es duro salir del ambiente del festival, donde en la mañana del lunes he asistido a un panel sobre los festivales de cine de Andalucía (con la participación Martin y de Juan Antonio Vigar, director del festival de cine de Málaga) y de realizar entrevistas a ambos y a la dominicana Jackie Cruz, la Flaca de Orange is the New Black.
Y es duro porque lo primero que te dice Kelvin Lora, uno de los productores de televisión de CDN, es la gran noticia del día: que Tokischa ha sido nominada a Premios Lo Nuestro. Mi respuesta: “¿Y?”.
Llego a la redacción y veo la foto de Bad Bunny besándose con un hombre en el rodaje de un filme. Y comprendo que en el siglo XXI los modos de llegar al poder son diferentes y muy bizarros.