Santiago Almada es periodista, escritor y poeta. O viceversa. Ha pasado por varias redacciones cazando gazapos y erratas líricas o burdas.
Es tan argentino como el mate y seguramente en mucho es dominicano. Emigró hace años, después de pasar por la cárcel durante la época más oscura de la política argentina.
República Dominicana, que es el país campeón mundial en hospitalidad, le ha dado familia, techo, trabajo y paz para crear.
El viernes me ha dado a leer este poema que comparto con ustedes. Lo demás son áreas verdes.
“Instrucciones para limpiar una camisa”
Conseguiremos un jabón que, hermanado con el agua, / pueda quitarle a la tela todas las manchas /acumuladas, las huellas de la fatiga, /las ansiedades cotidianas, / la angustia de atravesar las horas y las calles / de una ciudad que ha perdido la risa. /Hay que fregar con suavidad /para que no se desprendan /los pequeños trozos del alma, /los pedazos de vida que se adhieren /a los pliegues, que se refugian /en los dobleces… / Como cuando rejuvenecemos /al conjuro de una canción, / veremos a los tejidos recobrar /por un momento su primera lozanía, /brillar como las hojas anhelantes /con las lluvias de enero. /Después se buscará un rincón soleado /de un patio, un fragmento de terraza, /un alambre tensado como cuerda de violín, /un lugar donde la luz y el viento /jueguen a hacerles cosquillas /a las mangas, a inflarlas y a moverlas, /ver a la camisa agitarse y bailar/ como un entusiasmado equilibrista. / Luego la llevaremos hasta la tabla de planchar, / como si le borráramos antiguas cicatrices, /como si alisáramos una vieja carta de amor /hallada en el armario más oscuro de la casa, /le iremos devolviendo el rostro juvenil /con que empezó el romance en la vidriera, /cuando entre todas la elegimos a ella. /Sólo falta un retoque en los puños, /unas gotitas de perfume en las solapas, /la ceremonia de ponerla en la percha /sin que se lastimen los sueños /escondidos en las entretelas, /el guiño cómplice de los amigos /que comparten secretos, /un idilio adolescente guardado en el bolsillo, /el recuerdo de un beso colgado /del botón del cuello, / esos momentos que llamamos vida.
Santiago Almada ©