No todo en el sistema cultural se debe descentralizar. Convertir el Ministerio de Cultura en un cascarón de funcionarios no tiene sentido. Hay muchos que han querido, pensado y elucubrado desaparecer el Ministerio de Cultura y convertirlo otra vez en una dirección más del por sí atómico Ministerio de Educación.
Esto no sería un fracaso más para el sector cultural, sino el fracaso absoluto. El fracaso definitivo.
Nunca me pareció buena la idea de descentralizar Bellas Artes del ministerio. Como tampoco me parece buena la idea de entregar buchito a buchito el presupuesto que ha sido aprobado cada año para el ministerio, una práctica tan antigua como su propia existencia.
Siempre he pensado que los presidentes del país, uno tras otro, cuando menos han tenido poca confianza en la eficiencia económica de sus ministros de Cultura.
Tal vez el único que ha tenido conciencia plena del fenómeno cultural y su importancia ha sido Leonel Fernández, sin embargo fue el primero que comenzó a restarle cada año al presupuesto del ministerio.
Habrá que ver cuánto menos le sale al ministerio que encabeza Milagros Germán en el 2023.
Por otra parte es imprescindible a su vez crear una conciencia de autofinanciamiento y aporte a la economía por parte de cada funcionario cultural.
Me sorprende que en los dos años que lleva Lebrón al frente de la Dirección General de Bellas Artes, no haya planteado o compartido un plan de eventos que ayuden en el autofiunanciamiento de su sistema.
Por ejemplo, realizar un Congreso Internacional de Ballet, donde se analicen los aportes de Latinoamérica y el Caribe a la danza mundial, con par de conferencias magistrales y ponentes de distintos países a los cuales se les cobre la participación y la estadía.
Estamos hablando de turismo cultural y de turismo de congresos. La Galería de Arte Nacional, un Simposio sobre Crítica de Arte, o con la Escuela Nacional de Música, un Taller Internacional de Tambora y Güira. Con el Conjunto Folklórico Nacional mantener todo el año cursos abiertos de enseñar a bailar merengue y bachata.
En fin, posibilidades sobran. Y también es necesario cambiar el chip. Hay que demostrar que la Cultura aporta a la Economía.