Cada aniversario de hechos que han transformado al mundo debe ser celebrado con respeto por toda la humanidad. Más allá de ideologías u orientaciones políticas, los sucesos históricos de enorme trascendencia y vigencia pertenecen al acervo mundial.
El 4 de julio de cada año celebramos el día de la independencia de los Estados Unidos del yugo colonial británico, y cada 14 de julio, la toma de la Bastilla por el pueblo de París, como símbolo de la revolución francesa. Son sin dudas, hitos insoslayables de la larga marcha de los pueblos por asegurarse un futuro con más libertad, democracia, autodeterminación y prosperidad.
¿Puede acaso soslayarse la fecha de constitución del partido político más grande de la historia moderna, promotor y garantía de los procesos que han hecho de la República Popular China la segunda potencia mayor del planeta, en camino de ser la primera?
Por supuesto que no, y junto al 7 de noviembre de 1917, aniversario de la Gran Revolución de Octubre rusa, que cambió el panorama político y la propia historia del planeta, ha de inscribirse, sin prejuicios ideológicos ni escamoteo de la verdad, la magna fecha del 1 de julio de 1921, aniversario de la fundación del Partido Comunista Chino, que con su lucha, trabajo y visión de futuro ha cambiado el rumbo del planeta y señala una nueva ruta hacia la paz, la fraternidad y el desarrollo.
Al conmemorarse el 1 de julio el primer centenario de este acontecimiento, el presidente de la República Popular China y primer secretario del Comité Central de su Partido Comunista, ha pronunciado un medular discurso. Del mismo, compartimos con el lector algunos comentarios.
Xi Jinping comenzó su discurso felicitando a todos los abnegados militantes del PCCh, en ocasión del centenario, afirmando que se ha cumplido la meta trazada para esta primera etapa, “… culminando la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada, en el extenso territorio chino, resuelta ya la cuestión de la pobreza extrema…”. Esta afirmación se complementa y clarifica, cuando el líder chino expresó que el objetivo principal a cumplir, en la etapa que recién se inicia, “… culminar la construcción de un poderoso país socialista moderno”.
Es importante subrayar que los líderes del PCCh y de esa gran nación, con más de cinco años de antigüedad, proclaman, sin la menor sombra de duda, con absoluta convicción, que el futuro de su país, e indirectamente del mundo, es la construcción de sociedades socialistas modernas. El arrollador éxito económico y el enorme poder geopolítico a escala internacional que acumula la RPCh no ha mellado su decisión estratégica de continuar construyendo el socialismo, única sociedad de futuro, garante de convivencia civilizada, conservación del medio ambiente, justicia social y fraternidad entre los hombres y los pueblos.
Con absoluta razón, y siempre con su discurso anclado en la historia, el líder chino ha explicado, en el discurso del centenario, que lo que llama “gran revitalización de la nación, no hubiese sido posible sin el partido y sus militantes, sin el apoyo y acompañamiento del pueblo, iniciado todo con lo que certeramente definió como “emancipación de la mente”, y que el futuro exige que el PCCh siga luchando con claridad de objetivos y unidad. A esta nueva etapa la ha denominado, desde la ancestral sabiduría de su nación, como “la apertura del futuro con la historia como espejo”.
Honor, gloria, larga vida y nuevos éxitos al Partido Comunista de China y al pueblo chino, que son uno y lo mismo, en el primer centenario de su fundación, les desea el hermano pueblo dominicano.