Estos son tiempos muy difíciles y complicados para los matrimonios. En nuestra nación se ha desatado una epidemia de divorcios, al punto que cada 7 minutos se produce uno. Ante esa realidad, debemos valorar, fortalecer y preservar los matrimonios. En ese orden, quiero pedir la anuencia de mis lectores para escribir en esta ocasión de mis 35 años de estar casado con la mejor esposa del universo: Zinayda.
Este 19 de diciembre del 2022 Zinayda y yo cumplimos 35 años de matrimonio. Esas tres décadas y media juntos, ha sido un hermoso proceso lleno de muchos buenos momentos, pero también de muchas dificultades que, en dos ocasiones, pusieron nuestra relación al borde del divorcio. Esas dificultades fueron superadas cuando tomamos la acertada decisión de poner a Jesús en el centro del matrimonio y ambos lo asumimos como nuestro Señor y Salvador.
Al arribar a este feliz 35 aniversario, puedo afirmar que Zinayda ha sido el mejor y más valioso regalo que Dios me ha dado. Zinayda ha sido mi soporte, estímulo, ayuda e impulso para cada proyecto que he logrado hacer realidad, ha sido la ayuda idónea y el mejor motivo para nunca perder la esperanza y siempre seguir adelante, el sorbo de aire cuando me siento cansado, el vaso de agua cuando siento sed, el manjar más sabroso y saludable cuando siento hambre y el versículo perfecto para cada situación.
Dios me regaló a Zinayda y a ambos nos dió el mandato de construir primaveras, de consolidar juntos voluntades, de perseguir sueños, de multiplicar ilusiones, de enderezar entuertos y de pintar los colores de la vida con nuestras sonrisas.
El trayecto de estos 35 años ha sido muy satisfactorio y alegre, pero no ha sido fácil. Han sido 420 meses, 12 mil 600 días, 302 mil 400 horas, 18 millones 144 mil minutos y 1,088 millones de segundos, llenos de perdón y amor sin límites. Hemos tenido que caminar muchas veces en contra de la corriente, hemos tenido momentos duros de tristeza y de necesidad, hemos perdido muchas cosas valiosas, pero siempre, gracias a la presencia de Jesús, hemos logrado persistir, avanzar y vencer.
En estos 35 años Zinayda y yo hemos entendido que el amor no es solamente un sentimiento, sino y sobretodo, el amor es una decisión. Hemos aprendido y practicado el hecho de que un matrimonio funciona cuando cada uno de los que participan en él toman la decisión de amarse por encima de todo. Eso es lo que nos enseña Jesús cuando nos da su amor, y nos orienta como debemos nosotros darlo a los demás.
Nuestro pastor Raffy Paz, afirma que un matrimonio es una relación de dos personas imperfectas teniendo como base a Dios, que es perfecto. Zina y yo hemos aprendido que para poder ser pacientes, bondadosos, no ser jactanciosos, no tener envidia, no ser arrogantes, para alegrarnos en todo, sufrirlo todo, esperarlo todo y soportarlo todo, hay que tomar la decisión de amarse y tener a Dios como la base de esa decisión.
Con la orientación de Jesús he aprendido que el verdadero amor se construye día a día, momento a momento, detalle a detalle, segundo a segundo. Y como el amor es una decisión, he decidido amar a Zinayda sabiendo que ella no es perfecta ni yo tampoco. Que ella tiene muchas virtudes y muchas debilidades igual que yo. Y que en nuestro matrimonio uno debe ser el complemento y el estímulo del otro para seguir haciendo crecer el amor cada día.
En estos 35 años casado, estoy absolutamente convencido de que Zinayda es el mejor regalo que me ha dado Dios para que mi vida tenga sentido. Y juntos hemos aprendido que sólo teniendo a Jesús como base de nuestra relación de amor, es posible superar todas las situaciones difíciles y hacer del matrimonio una luna de miel permanente. Jesús ha sido y es nuestro guía y soporte, porque solo así el amor entre nosotros “nunca dejará de ser”.