Sensibilidad sensorial y selectividad alimentaria son factores de los trastornos digestivos que experimentan los infantes
El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición del neurodesarrollo compleja que afecta a millones de niños en todo el mundo. Más allá de los desafíos de comunicación y comportamiento, estos infantes enfrentan problemas digestivos significativos que pueden impactar su calidad de vida, crecimiento y desarrollo.
Para abordar este tema, elCaribe conversó con la doctora Idelsa Polanco, especialista en gastroenterología pediátrica, quien, basada en su experiencia, explicó que los infantes, debido a su sensibilidad sensorial a algunos alimentos, presentan trastornos digestivos.
“Muy frecuentemente, la sensibilidad sensorial a algunos alimentos está muy estrechamente relacionada con trastornos digestivos. ¿Por qué? Porque muchos de los niños con trastorno del espectro autista van a presentar una hiposensibilidad o una hipersensibilidad a ciertos alimentos, tales como alimentos suaves, ácidos, dulces, amargos, crujientes, dependiendo del tipo de sensibilidad sensorial”, dijo.
De acuerdo con la galena, esta sensibilidad va a condicionar al niño a comer solamente un grupo de alimentos, que con el tiempo desencadenaría inflamación y también deficiencias y carencias nutricionales de oligoelementos y vitaminas, por no exponerse al consumo de alimentos que están enriquecidos con este grupo de nutrientes a los que ellos se limitan a comer.
Polanco destaca que esta selectividad alimentaria, impulsada por las sensibilidades sensoriales, puede desencadenar una serie de problemas gastrointestinales que van más allá de la simple incomodidad.
“Estamos hablando de un impacto directo en su salud general, en su capacidad para absorber nutrientes esenciales y, en última instancia, en su desarrollo”, explica.
El vínculo intestino-cerebro
La conexión entre el intestino y el cerebro es un área de investigación en constante evolución, y en el caso de los niños con TEA, esta relación parece ser aún más relevante. “La microbiota intestinal, un ecosistema de microorganismos en nuestro tracto digestivo, juega un papel crucial en la salud general”, explica la doctora Polanco. “En niños con TEA, a menudo encontramos una disbiosis, un desequilibrio en esta microbiota, que puede contribuir a problemas digestivos y afectar el comportamiento”.
La doctora enfatiza que la comunicación entre el intestino y el cerebro es bidireccional, lo que significa que los problemas digestivos pueden influir en el comportamiento y viceversa. “Un intestino inflamado o con disbiosis puede enviar señales al cerebro que afectan el estado de ánimo, la concentración y otros aspectos del comportamiento”, señala.
Problemas digestivos más comunes
Los niños con TEA son propensos a una variedad de problemas digestivos, que incluyen:
Disbiosis: Un desequilibrio en la microbiota intestinal.
Esofagitis: Inflamación del esófago.
Reflujo gastroesofágico: El retorno del ácido estomacal al esófago.
Gastritis: Inflamación del revestimiento del estómago.
Colitis: Inflamación del colon,etc.
Microbiota intestinal y autismo
La especialista manifestó que las investigaciones han demostrado que la microbiota intestinal de las personas con autismo presenta diferencias significativas en comparación con la población general.
Además, precisa que estos pacientes suelen sufrir de disbiosis intestinal, en parte debido a una dieta muy selectiva que muchas veces carece de los nutrientes adecuados y favorece el crecimiento de bacterias perjudiciales.
“La microbiota, que es el conjunto de microorganismos (virus, bacterias, hongos, etc.) que habitan en nuestro cuerpo desde el nacimiento, se modifica según nuestro entorno y alimentación. En niños dentro del espectro autista, estudios demuestran que la microbiota es diferente a la de otros niños.