Redacción Ciencia, 20 ene (EFE).- Como los bostezos entre humanos, para los chimpancés orinar es algo ‘contagioso’ y cuando uno lo hace, es muy probable que otros hagan lo mismo. Los científicos creen que el objetivo podría ser reforzar el vínculo social.

Esta es la principal conclusión de un estudio publicado este lunes en la revista Current Biology de Cell Press y realizado por científicos de la Universidad de Kyoto (Japón). La investigación se llevó a cabo con una veintena de chimpancés cautivos que viven en el Santuario de Kumamoto (Japón).

“En los humanos, orinar juntos puede considerarse un fenómeno social”, de hecho, hay un proverbio italiano que dice que “quien no orina en compañía o es un ladrón o es un espía”, recuerda Ena Onishi, investigador en la Universidad de Kioto y autor principal del estudio.

“En Japón, el acto de orinar con otros se denomina ‘Tsureshon’ (連れション), y está representado en el arte a través de siglos y culturas y sigue apareciendo en contextos sociales modernos”, añade Onishi.

“Nuestra investigación sugiere que este fenómeno puede tener profundas raíces evolutivas. Descubrimos que los chimpancés, nuestros parientes más cercanos, tienden a orinar en respuesta a la micción de individuos cercanos”, explica Onishi.

Un comportamiento con connotación social

Los investigadores observaron que los chimpancés del santuario parecían orinar más o menos al mismo tiempo, lo que les recordó al comportamiento humano y se preguntaron si sería comparable al bostezo contagioso.

Para averiguarlo, durante más de seiscientas horas, tomaron nota de las veces que orinaban los chimpancés de Kumamoto y contabilizaron 1.328 micciones.

Después, analizaron los datos para comprobar si los chimpancés orinaban de forma sincronizada y si su decisión estaba influida por individuos cercanos o por factores sociales.

Las pruebas mostraron que las micciones estaban mucho más sincronizadas durante las observaciones de lo que cabría esperar si los chimpancés orinaran simplemente en momentos aleatorios unos respecto a otros.

La probabilidad de micción contagiosa también aumentaba con la proximidad física al miccionador inicial, apuntan los autores.

El equipo también observó que los individuos con menor rango en la jerarquía de dominancia eran más propensos a orinar cuando otros lo hacían.

“Nos sorprendió descubrir que el patrón de contagio estaba influido por el rango social”, afirma Onishi.

“Esperábamos que cualquier influencia social pudiera parecerse a las observadas en el bostezo, como un mayor contagio entre parejas socialmente cercanas pero nuestros resultados no mostraron indicios de efectos relacionados con la proximidad social”, sino con “una clara influencia del rango social, ya que los individuos de rango inferior eran más propensos a seguir la micción de los demás”, resume el investigador.

El resultado del estudio “fue inesperado y fascinante, ya que abre múltiples posibilidades de interpretación”, apunta Shinya Yamamoto, de la Universidad de Kioto y coautor del estudio.

Por ejemplo, “podría reflejar un liderazgo oculto a la hora de sincronizar las actividades del grupo, el refuerzo de los vínculos sociales o un sesgo de atención entre los individuos de menor rango”, sostiene Yamamoto.

A su juicio, estos hallazgos plantean “preguntas intrigantes sobre las funciones sociales de este comportamiento” que podría servir para mantener la cohesión del grupo o reforzar los lazos sociales, es decir que un comportamiento aparentemente mundano y necesario como orinar podría tener un significado social que se ha pasado por alto. EFE

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