El Hostal Nicolás de Ovando es el resultado de la restauración de un conjunto de edificios coloniales, entre los cuales se encontraba la que se supone fue la morada del Comendador de Lares, iniciada en el año 1974.
En conmemoración de la creación del Hostal Nicolás de Ovando, situado en la Zona Colonial de la capital dominicana, en esta ocasión la Zona Retro recuerda el proceso de construcción y restauración que mantuvo la esencia de los objetos descubiertos durante las investigaciones en el sitio, así como la representación de la ciudad natal de Ovando a través de planos, fotografías y grabados.
Trabajos iniciales
La idea inicial consistió en planes para establecer un complejo basado en las tres casas en la acera de la calle Las Damas. Se emprendió un proceso de renovación, decoración y amueblamiento del conjunto de edificios coloniales que conformarían el Hostal Nicolás de Ovando.
Entre las casas se encontraba la que se suponía fue morada del Comendador de Lares, que conservaba el sello propio de las viviendas españolas levantadas en la ciudad de Santo Domingo en los primeros años del siglo XVI. Hasta que se dio inicio a la puesta en valor, la zona se encontraba arrabalizada y los elementos arquitectónicos del pasado se hallaban desfigurados y ocultos bajo paredes modernas y falsos techos.
Estructura general
Los edificios coloniales que fueron preparados para albergar el Hostal eran de diferentes épocas y estilos, pero mantenían sus peculiaridades y características. Sin embargo, el objetivo era proporcionar una distribución interna que ofreciera la unidad funcional necesaria para los fines establecidos.
El más valioso de los edificios, la Casa de Nicolás de Ovando, tenía una fachada de piedra y una hermosa portada gótico-isabelina. Estaba dividida en tres viviendas que, a simple vista, parecían independientes.
El director de la Oficina de Patrimonio Cultural (OPC), arquitecto Manuel Del Monte, describió mediante un recorrido por el hostal, la forma en que serían utilizados sus dependencias y los detalles del mobiliario y la decoración.
Por su parte, Del Monte indicó que en el conjunto colonial se planeaba conservar el ambiente evocador del siglo XVI español, pero con las comodidades contemporáneas. Afirmó que los valores artísticos e históricos no sufrirían ningún deterioro; al contrario, con el buen mantenimiento de los edificios se evitaría que volvieran al estado de deterioro y ruina en que se encontraban antes de iniciar los trabajos.
Casa del Comendador de Lares
Precisamente se designó como la entrada principal al Hostal, la que posee la bellísima ornamentación gótica- isabelina, que da el acceso a una habitación rectangular donde se instalaría el lobby. La puerta será cerrada con cristales Security de color bronce.
En esta línea, el techo se cubrió con un artesanado de caoba centenaria, elaborado por artesanos dominicanos, utilizando pedazos de vigas y dinteles de puertas y ventanas de las mismas casas restauradas.
Adicional a esto, en un extremo del lobby funcionaria la recepción, la cual, a diferencia de la mayor parte de los hoteles de esa época, tendría los nichos para las llaves fuera de la vista del público. En el panel, tras el mostrador de la recepción, se coloría el escudo de armas de Nicolás de Ovando tallado en caoba por el escultor Antonio Prats Ventós.
Los detalles del escudo fueron compartidos por el Padre Vicente Rubio, de la Orden de Predicadores, quien obtuvo fotografías de las armas nobiliarias de Ovando en la capilla de San Benito, en Alcántara, provincia de Cáceres, España, donde reposa el sepulcro del fundador de la ciudad de Santo Domingo.
En el vestíbulo se dispusieron tres espacios alfombrados y amueblados con mobiliario de piel, de diseño tradicional, así como mesas modernas de acero inoxidable y cristal.
En esta línea, en la pared frente a la puerta de entrada, se colocó un tapiz con las armas de Ovando. Además, un auténtico bargueño del siglo XVII y otros objetos ornamentales decorarían esta parte del hostal.
Desde el lobby, se accedía a un segundo vestíbulo o sala de museo, a través de arcos de piedra originales, desde donde comenzaba una de las escaleras que conectaba con el segundo piso. Su decoración incluía piezas de cerámica descubiertas durante las excavaciones en el lugar y paneles que describían la historia de Ovando, utilizando planos, fotografías y grabados.
Desde este segundo lobby, que comprendía dos espacios distintos, se accedía a las galerías de dos patios: el de la derecha, identificado como el auténtico patio de la Casa de Ovando, caracterizado por una doble arquería de ladrillo y una fuente de piedra del siglo XVI colocada en su centro; y el patio ubicado entre las Casas de Ovando y Dávila, donde se encontraba la piscina.
Casa de Dávila
Desde el salón museo de la planta baja, el edificio se conectaba con la casa adyacente, que formaba parte de la propiedad de la familia Dávila. Desde una de las galerías de esta casa, comenzaba la escalera principal del hostal, en cuya pared frontal se exhibía un retrato de Ovando de gran tamaño, realizado en óleo según el diseño proporcionado por el Instituto de Cultura Hispánica.
En la Casa de Dávila el patio porticado adquiere una importancia fundamental y es alrededor de este núcleo que gira todo el movimiento de las dependencias de la casa: bar, cafetería, restaurante y, en el piso superior, habitaciones.
El patio con arquería de ladrillos, parte de la cual conserva su estructura original, albergaba en su centro una fuente de estilo andaluz decorada con azulejos, de la cual brotaba un chorro de agua. Las paredes de las galerías que rodeaban el patio estaban parcialmente revestidas con un zócalo de azulejos importados de España, con diseños inspirados en la mayólica descubierta durante las excavaciones en esas casas.
El bar, bautizado como “Cáceres” en honor a la ciudad natal de Ovando en España, contaba con acceso directo desde la calle Las Damas y ocupaba la parte oeste de la planta baja de la Casa de Dávila. Estaba adornado con elementos típicos de la región extremeña, y en una de las paredes se exhibía una gran fotografía de la ciudad de Cáceres.
El comedor para los desayunos fue ubicado en el área este de la Casa de Dávila, delimitada por una arquería central de ladrillo, con vistas al Río Ozama. El Restaurante Extremadura ocupaba la zona norte del edificio de los Dávila, con capacidad para 120 comensales. El mobiliario era de un estilo sobrio castellano, con sillas de asientos de cuero y respaldos de balaustrada.
Tercer edificio de la composición
El tercer edificio, que forma parte del conjunto hotelero, era de una época posterior a las casas de Ovando y de Dávila, pero aun así colonial y con un gran interés arquitectónico. Se dedicó íntegramente a habitaciones.
Las habitaciones, en total 60, estaban distribuidas entre los tres edificios, especialmente en la segunda planta. Todas contaban con baño, con cerámica de Talavera elaborada siguiendo los diseños de los azulejos originales encontrados en las investigaciones arqueológicas en las tres casas, aire acondicionado central y estaban alfombradas con moqueta. El mobiliario tenía un estilo estilizado del siglo XVI y fue fabricado en la República Dominicana.