El pensamiento crítico, asociado con la filosofía, siempre estuvo amenazado por el fanatismo, la envidia, la vanidad, complejos de inferioridad y otros males
La Filosofía es buena en la enseñanza para muchas cosas, menos para hablar sin ton ni son, ni en jerigonza. Es buena para pensar mejor y por tanto para vivir bien, tomar las mejores decisiones sin dejarse usar como oveja.
Los seres humanos pertenecemos al reino animal como los burros, las hormigas, los peces; pero nos diferenciamos porque pensamos, tenemos raciocinio. Los animales funcionan por instinto, comen, defecan donde quiera, tienen sexo hasta con su madre, se pelean por territorio, se organizan para almacenar alimentos para el invierno.
Todo lo que existe, construido por los humanos, equivale a un pensamiento. Una casa es el pensamiento de alguien que decide construirla. Hay cosas que son el producto de varios pensamientos: el que construye la casa, el que la pinta, el que hace el piso, más.
Lo que sea, que no haya surgido por sí solo en la naturaleza, como un río, un pájaro, un árbol… El resto, edificios, carros, coches, lápiz, zapato, ropa… todo lo pensó el ser humano.
En la medida que un pensamiento se desarrolló, pensó en tener y acumular para ahorrar tiempo y esfuerzo, lo hizo por el raciocinio. Unas veces lo hizo solo, otras con la ayuda de otros.
Al pensamiento humano se le agregó el pensamiento crítico que mejoraba y superaba al anterior y permitía, en los descubrimientos, llegar más lejos. Si el pensamiento humano decide fabricar un televisor y lo hace en blanco y negro, el pensamiento crítico sigue ahondando y logra el televisor en colores.
Si Copérnico descubre que es la Tierra la que le da vuelta al Sol y no lo contrario, y arriesga su vida por la amenaza de la Inquisición, otros descubren que eso es una sola galaxia pero que hay otra, y otra, e infinitas más, cosa que la mayoría no entiende ni puede entender porque su memoria se llenó de basura y estupideces.
El pensamiento crítico, asociado con la Filosofía y la Ciencia, siempre estuvo amenazado por el fanatismo, la envidia, la vanidad, complejos de inferioridad, desarraigo social y el comercio. Es así que Schopenhauer realiza sus análisis que lo llevan a aconsejar “hacerse el tonto” porque es, al que demuestra sabiduría, que le caen todos los ataques.
El sabio es sabio porque parte de aquella máxima de Sócrates “solo sé que no sé nada” que la mediocridad repite sin entender ni un carajo. El sabio quiere saber más porque entiende que los conocimientos son inmensos, pero es selectivo y no hace gala, en su humildad, de joder a nadie. Siempre abierto a oír, no a mandar, ni ladrar.
La sabiduría no se adquiere por ser Diablo, más por viejo, pero sobre todo porque se lee y recibe el conocimiento acumulado de otros pensadores. La sabiduría de un viejo tiene que ver con su larga trayectoria vivida y el haber repetido tantas veces el tropiezo con la misma piedra que no necesariamente lo lleva a aprender.
¿Pero quién diablos puede entender a Schopenhauer, a Jung, a Bonhoeffer, a Cipella, a Marx?
Quien lo explica con mayor claridad es Carl Jung en “Sobre el amor”, cuando analiza el pensamiento y comportamiento humano a partir de las cuestiones existenciales y psicológicas que son las que develan la arrogancia y la mediocridad de los envidiosos y de los que ostentan puestecitos de poder desde donde se creen poderosos y detienen el curso normal del desarrollo social y la armonía que caracterizan a una sociedad civilizada. No se castiga al que hace las cosas bien, se castiga al ladrón, al que cobra sin trabajar.
Por eso, tanto Schopenhauer, como Jung, Freud, Faucault, Nietsche, pueden ponernos alerta porque piensan entendiendo la muerte como un hecho inminente, cosa que en la juventud no ocurre. Puede que en la juventud sepamos que la gente se muere, un concepto que aprendemos porque lo vemos, pero no lo integramos a nuestra psiquis, lo que hace que sigamos con proyectos y vivamos hasta con conceptos primarios sin suicidarnos. Y contra ellos es que Schopenhauer nos advierte. Es falso que sea el filósofo del pesimismo. ¿Cómo puede ser pesimista alguien que te dice que hay que disfrutar la vida en el tiempo presente?
Tratar de entender el concepto tiempo, la existencia misma, requiere de mucha reflexión y pensamiento crítico a partir del momento en que somos conscientes de que nos queda un tiempo limitado, cosa que la juventud no pude hacer y que la religión simplifica con la conformidad dejándoselo todo “a la voluntad de Dios”.
Es difícil entender el motor del corazón, del sístoles y diástoles, de los iones químicos y eléctricos que hacen que la vida sea.
El que entiende la propuesta de Schopenhauer no solo se hace el tonto sino que obvia el tiempo límite de Jung y no deja que la niñez se muera, única garantía de la eterna juventud y felicidad.
¿Cómo podemos ser críticos desconociendo, sin lecturas ni experiencia?
Schopenhauer se dedicó a escribir sus reflexiones profundas sobre “la sabiduría de la vida”, “el arte de ser feliz”, “los dolores del mundo”, “el arte de insultar”, “sobre las bases de la moralidad”, “estudios sobre el pesimismo”, “el arte de conocerse”, “sobre religión”, “el arte de envejecer”, “el arte de sobrevivir”, “el arte de la literatura”, “la vanidad de la existencia”, “el arte de persuadir”, y más de 300 títulos convertidos en libros que jamás la Inteligencia Artificial podrá crear.
¿A quién le puede interesar Schopenhauer cuando todo el mundo, por La Ley de Dunning & Kruger, puede “demostrar” saber más que él y justificar su estupidez?
No se resume su filosofía en “hacerse el tonto”, su aparente pesimismo es una “fórmula de supervivencia en un mundo individualista, es un estímulo al autoconocimiento, la autoformación y hasta el humor, que solo él pudo proporcionarnos por haber vivido una infancia feliz, sin problemas económicos, sin complejos, viajando por toda Europa, sin darse por satisfecho con la simplicidad de las cosas, evitando el blablablá, que lo llevó a entender que “el mal reina en el mundo” en la arrogancia, la prepotencia y la ignorancia disfrazada que hace que “la vida sea miserable” y eso ocupó el tiempo que le tocó vivir en su Alemania de 1788 a 1860. ¿Qué tomó de Rousseau y de Maquiavelo? ¿El ser humano es bondadoso y se vuelve hijoepueta o es un hijoeputa nato, traidor, arribista?
Schopenhauer pudo escribir todos sus 357 tomos porque nació como la ahuyama. Los ataques serán desde los cuchillos que más que querer conocer su corazón, lo matan.