A pesar de la dificultad que presenté en el artículo anterior, existe cierta lógica en enfocar la región caribeña desde el punto de vista del interés norteamericano, ya globalmente, pues tiene características en conjunto que interesan a los Estados Unidos.
Todas estas naciones quedan muy cerca de los Estados Unidos a lo largo de lo que se ha denominado “la barriga suave y vulnerable de Norteamérica” y a través de importantes rutas de comercio aéreo y marítimo. Todas están atadas fuertemente a los mercados en Estados Unidos. Todas son diplomáticamente, política y estratégicamente importantes y dependientes de los Estados Unidos y todas sufren de grandes problemas económicos que pudieran destruir su estabilidad, pero deben auspiciar la solución en sus territorios para que su autodeterminación sea puesta en camino, sin el protectorado de una nación que ha abandonado parte de sus compromisos para con los desarrollos sostenibles de cada región geopolítica.

Al Caribe siempre se le ha visto como una extensión de las viejas naciones del Destino Manifiesto, y como un área donde se pueden afectar intereses vitales de los Estados Unidos. Si se miran todos los esfuerzos que se han hecho para incorporar, absorber, o dominar todo o parte de la Cuenca del Caribe por la política exterior de los Estados Unidos, queda claramente establecido que los Estados Unidos ha tenido siempre intereses especiales en el área. Y éstos no siempre han sido intereses egoístas emanados de un concepto de la maximización del poder, sino que también han emanado de una creencia profundamente asentada en el psyche norteamericano de que se le debe traer a esas regiones civilizadas, los presuntos beneficios de la civilización yanqui: la democracia, elecciones, capitalismo y derechos humanos.

Esto explica por qué en esta parte del mundo en especial la palabra “realpolitik” se ha mezclado muchas veces con un
tipo de celo de misionero proveniente de un evangelismo político y económico típicamente de Yanquis.

Ha de saberse que las políticas exteriores de los Estados Unidos con el Caribe son virtualmente inseparables de los intereses de maximización del poder, de los intereses moralistas, del estímulo de la democracia y del progreso social, económico y cívico, más bien es parte de una estrategia que busca gobiernos estables y compatibles con sus intereses, pero también es considerado como un bien que trae unos matices de injerencia que hoy adoptan nuevos ribetes, dado que el concepto de ciudadanía global asume una condición Cortiniana que es ideal analizar en otra entrega.

Alfred T. Mahan contradice absolutamente esta propuesta, pues afirma que los pueblos caribeños están irremisiblemente conectados con su pasado colonial de dependencia y amparo de una potencia geográficamente cerca y de visión imperial, la diversidad del Caribe parece contradecir esa posición.

Esta realidad nos deja una cuestionante: ¿Hasta qué punto, con la migración masiva de personas procedentes del Caribe a los Estados Unidos, en los últimos años, ha convertido a este país, parcialmente, en una nación caribeña, y qué implica esa migración para la política exterior de ellos con respecto a la región?

En el caso de la República Dominicana se puede afirmar que la mayor concentración de dominicanos en un espacio geográfico está ubicada en la ciudad de New York, por lo cual, se puede inferir que el Melting Pot, o crisol de culturas en las que sociedades heterogéneas gradualmente se convierten en sociedades homogéneas para convertirse en multiétnicas, es el referente para poder entender que asistimos a la caribeñización de la sociedad norteamericana.

Dadas estas condiciones, parece ser que estamos asistiendo a la más alta reducción de la presencia de los Estados Unidos en la región, mientras que los países caribeños han tomado una posición más firmes e independientes hasta niveles que antes no eran sospechados, tanto que hoy son objetivos de los candidatos a la Presidencia y a cargos de representantes y senatoriales los tiene como parte de sus agendas, porque son los que más laborantismo político ejecutan y esto afecta al papel que desempeñan los Estados Unidos en sus intereses en la región.

Los nuevos intereses se ven más afectados aun, cuando los nuevos mediadores de la actividad económica son matizadas por el comercio ilícito, tráfico de drogas, corrupción, infracción de los Derechos Humanos, tráfico de personas, deuda externa y migración ilegal, esto unido a la injerencia de nuevas potencias, sobre todo, orientales que obligan a retomar las relaciones diplomáticas entre los pueblos del Caribe y su relación con los Estados Unidos.

Fuera de lo propuesto por Mahan el concepto económico es hoy el tema de mayor preocupación en las relaciones Estados Unidos/Caribe. Esto así, porque a partir del Plan Reagan para la Cuenca del Caribe y la implantación de economías neoliberales en los pueblos del entorno, con muy escasas excepciones, se han trazado agendas para la producción agrícola de acuerdo a los consumos de Estados Unidos, haciendo más práctico el concepto de Repúblicas Bananeras.

Dentro de ese plan de mediar en las actividades económicas del Caribe se inscriben: el acceso continuo de materias primas de alto consumo y que no es producida en los Estados Unidos, ya el azúcar no es producto estelar, sino que fue sustituido por productos agrícolas diversos, petróleo y sus derivados y metales. Por otro lado, Estados Unidos se encarga de llenar los mercados caribeños de toda la diversidad que su industria puede imaginar, desde electrodomésticos, productos elaborados, incursiones de empresas en investigaciones y explotación minera, incursión injerencista y de interés nacional de promoción de avance de la inversión en el sector privado, hasta determinar la prioridad de qué, cuándo y por qué consumir sus productos, siempre y cuando no lacere la prioridad y seguridades física y jurídica de sus nacionales.

Toda la agenda de Estados Unidos para con El Caribe obvia toda la asimetría que representan estos mercados, por lo cual, los auspicios del Caricom y otros acuerdos nunca implicaron amenazas a la sobrevivencia de sus industrias, ni poner en dudas su hegemonía en los demás órdenes.

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Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World. “This project has received funding from the European Union´s Horizon 2020 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846. Dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC”.

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