Nada acredita más la libertad y civilización de los hombres que esta diversidad de opiniones, que no reside en donde habitan la servilidad y la bajeza.
Andrés López de Medrano
En Santo Domingo Andrés López de Medrano es uno de los grandes exponentes de las ideas ilustradas junto al sacerdote Antonio Sánchez Valverde y José Núñez de Cáceres. En sus escritos hay una serie de ideas en torno a lo dominicano, la nación, la patria, la monarquía, la constitución y el hispanismo que forman parte de su visión política.
Un concepto que utiliza en varios de sus escritos es el gentilicio dominicano. Hay quienes equivocadamente creen que a los habitantes de la parte española de la isla de Santo Domingo se les comenzó a identificar con el gentilicio de dominicanos a partir del 27 de febrero de 1844 cuando fue proclamada la República Dominicana. Anterior a López de Medrano ya aparece en varios escritos el uso de ese gentilicio. Luis José Peguero, el primer nativo de la isla en escribir una historia local hacia 1762, que tituló Historia de la conquista de la isla Española de Santo Domingo, habla de que “los valientes dominicanos” habían sabido defender su Isla Española. Antonio Sánchez Valverde en Idea del Valor de la Isla Española, publicada en 1785, llamó a sus compatriotas “dominicanos o españoles criollos”. El historiador Juan Daniel Balcácer llega a señalar que “fue durante la primera mitad del siglo XIX cuando nuestro gentilicio comenzó a popularizarse… De igual modo, el uso del gentilicio dominicano adquirió mayor auge en la medida en que nuestros antepasados de la primera mitad del siglo XIX sentaban las bases para cohesionar una comunidad política que merced a similares características culturales, lingüísticas, geográficas e históricas se hallaba inmersa en el proceso de definición del sentido de pertenencia a una colectividad”.
La primera referencia al gentilicio dominicano que aparece en los escritos de López de Medrano es precisamente en su obra más importante publicada en 1814, La Lógica: Elementos de Filosofía Moderna, destinada al uso de la juventud dominicana. Seis años después publicó el Manifiesto al pueblo dominicano, texto que en el conjunto de su obra es el que mejor expresa sus ideas políticas de orientación ilustrada. En el texto, el filósofo hace uso de este gentilicio para dirigirse taxativamente al pueblo, en la que, además de incluir al componente juvenil, como en el caso de su publicación de 1814, da como un hecho la existencia de la condición dominicana. En el texto utiliza términos como “pueblo dominicano”, “el público”, “mi amada patria”, “compatriotas”, “conciudadanos”, que son apelativos de los que se sirve para referirse a los dominicanos, para quienes tiene palabras de elogio teniendo como telón de fondo la fidelidad al Monarca de la Patria Grande y a la Constitución que todo rige.
Alejandro Arvelo en su libro Andrés López de Medrano: criollismo, dominicanidad e hispanismo señala que la voz de Nación y las expresiones “nacional soberanía” y “orbe nacional” Medrano las reservas para designar al reino español con jurisdicción en América y en Europa. Es decir, que nación y patria son para Medrano asuntos distintos, pero no excluyentes. Su patria y su nación convergen en múltiples aspectos y él, con relación a ambas, se muestra leal y consecuente. Medrano, ama la tierra de sus padres y su tierra, pero no fue un independentista, ni siquiera autonomista o por lo menos en sus escritos no se encuentra una postura que lo defina de manera sólida con esas posiciones. En relación a esta posición quienes han estudiado su pensamiento asumen posiciones distintas. Hay autores que sostienen la idea de que López de Medrano sí intervino en las acciones a favor de la independencia en 1821. Otros como Alejandro Arvelo sostienen que la fundamentación de quienes afirman su intervención en la independencia de 1821 son frágiles y consideran que Medrano no fue independentista ni autonomista.
Otra categoría a la que recurre Medrano en sus escritos es el patriotismo. En López de Medrano el patriotismo asume unos matices distintos, no desemboca en una concepción autonómica de su tierra natal y de su gente. Su amor a la patria es perfectamente compatible con sus inclinaciones monárquicas.
Es evidente que de los textos de López de Medrano se desprende una conjugación de su lealtad a la Monarquía con la Nación y la condición dominicana y española. Durante su permanencia en Puerto Rico siguió profesando las mismas ideas pro hispánicas, monárquico constitucional y de amor a su patria. No hay una ruptura en la visión de Medrano en cuanto a su postura acerca de la monarquía, la condición de español y el sentimiento de la dominicanidad, sino una relación de continuidad con algunos matices distintos. En 1826 escribió Disertación sobre la enfermedad de La Llaguita, donde hace una referencia a su patria en la que eleva a la figura de Juan Sánchez Ramírez personaje clave en la batalla de Palo Hincado. Otro trabajo escrito en Puerto Rico donde hace mención, aunque de manera implícita a Santo Domingo es Al Clero de Aguadilla escrito en 1830, donde dice, refiriéndose a Puerto Rico: “me congratulo con el pueblo, que miro como a mi segunda patria y al que pertenezco por el derecho de domicilio”.
Un último texto donde está presente Santo Domingo es Proloquios o congratulaciones a los puertorriqueños escrito en 1831. En este texto están presentes de manera explícita y con cierta nostalgia las claves de su pensamiento político en torno a la monarquía, la legalidad, la dominicanidad y el hispanismo. Señala López de Medrano que “Yo sin ser de este país ni pertenecer al clero, ni a la clase de empleados en ninguno de sus ramos, solo por la honra que me asiste de morar en él, de ser español y vasallo de Fernando, me felicito a mí mismo y felicito a los puertorriqueños por el concepto que los distingue a los pies del Trono, siendo su opinión sobre la decidida adhesión al Soberano, no un problema que necesite resolverse por los datos de la experiencia, sino un axioma incontrastable en la autenticidad de su congruencia misma… nada debe inundarnos más de gozo con un entusiasmo superior al mismo encarecimiento que la satisfacción de saber que el Rey nuestro Señor conoce que le somos fieles y adictos a su Real Persona”.