“Viva la Patria, viva la Independencia, viva la Unión de Colombia”, con estas palabras de júbilo finaliza la Declaratoria de independencia del pueblo dominicano que redactó el escritor, periodista, catedrático y abogado José Núñez de Cáceres en 1821 para proclamar el Estado Independiente del Haití Español. El texto considerado como un documento de altura, constituye uno de los documentos de mayor peso a la hora de analizar las ideas políticas de José Núñez de Cáceres.
Otro texto importante de la autoría de Núñez de Cáceres y donde se plasman sus ideas políticas es el Acta Constitutiva del Gobierno Provisional del Estado Independiente de la Parte Española de Haití, documento compuesto de 39 artículos donde se declaran los rasgos institucionales y los propósitos normativos del naciente Estado.
En el Acta se postula un ordenamiento republicano sustentado en un sistema de representación por medio de la división del territorio en cinco partidos. Se efectuó una división de poderes de acuerdo con la cual el presidente de la Junta se identificaba al Ejecutivo, y la Junta al Poder Legislativo. De la misma manera, se trazaron las bases para un orden municipal autónomo, aunque conservándose los perfiles del ya existente. Se otorgaron garantías para el ejercicio de las libertades, específicamente de aquellas que interesaban en la época, como la de imprenta y se postularon los deberes que tenían que cumplir los ciudadanos. Se organizó el sistema judicial, otorgándole los mayores niveles posibles de autonomía; mientras no se promulgase de forma expresa una nueva legislación, se mantenía vigente la existente.
Se postuló la concesión de la ciudadanía a todos los libres, incluyendo los nacidos en el exterior, al margen de color de la piel, país de origen y creencias religiosas, por lo que se reconocía la condición de ciudadanos a quienes llevaban tres años residiendo en el país o estaban casados con una nativa de Santo Domingo.
Estas ideas plasmadas en el Acta evidencian el intento de Núñez de Cáceres de compaginar un sentido de continuidad del poder con una apertura hacia principios liberales e ilustrados y negadores de la autocracia hispánica.
En el Acta se estableció además que se enviaría un delegado ante la Gran Colombia con el fin de formalizar la integración a ese Estado. Para ello recibió comisión Antonio María Pineda. Su misión fue infructuosa, ya que Bolívar se encontraba distante de Bogotá y solo vino a enterarse de la creación del Estado de Haití Español cuando había dejado de existir. En una carta enviada a Santander, a cargo del gobierno en Bogotá, Bolívar se limitó a sugerir de manera ambigua que debería prestarse atención a quienes se habían solidarizado con la Gran Colombia y vislumbraba que el control sobre Santo Domingo podría utilizarse en beneficio de alguna futura negociación diplomática. Fuese por el desinterés de los independentistas sudamericanos o porque se hallaban muy lejos de Santo Domingo, la misión de Pineda careció de efectos.
En relación con la República de Haití, el Acta estipuló que se deberían mantener las relaciones, para lo cual se le propondría un tratado de amistad y alianza que garantizase la seguridad de ambos países. El 1 de diciembre de 1821 coincidió con la visita de un delegado de Boyer, el coronel Fremont, Núñez de Cáceres aprovechó su presencia para enviar una carta a Boyer en la que le propuso paz y amistad entre los dos Estados. Sin embargo, en vez de aceptar esta sugerencia, Boyer respondió, el 11 de enero de 1822, que Haití abarcaba toda la isla, como garantía de su existencia, y que, por ende, no obstaculizaría a quienes enarbolaran el pabellón haitiano en la antigua parte española.
Tres meses después de la declaratoria de independencia Boyer unificó la isla poniendo fin al Estado fundado por Núñez de Cáceres. Además de otros factores políticos, económicos, sociales e ideológicos a la hora de explicar el fin del Estado fundado por Núñez de Cáceres es necesario tomar en cuenta tres aspectos.
El primero es el mantenimiento de la servidumbre, con lo que entró en conflicto con una reivindicación ampliamente compartida entre libres y esclavos. Probablemente Núñez de Cáceres y la mayoría de sus camaradas, en concordancia con su postura liberal, aspiraban a abolir la esclavitud, por lo que él mismo otorgó en los días siguientes cartas de manumisión a todos sus esclavos. Pero, al mismo tiempo, el presidente del Estado de Haití Español declaró que no contraería la responsabilidad de condenar a la miseria a personas respetables cuya única riqueza residía en sus esclavos. En ese orden de ideas, el historiador Roberto Cassá en su libro Personajes dominicanos. Tomo I, sostiene que, como hombre ilustrado Núñez de Cáceres, “debió estar consciente de la necesidad de que un sistema republicano pusiera fin a la vergüenza de la servidumbre, pero por otro lado se vio obligado a aceptar el interés inmediato de los integrantes de su sector social, con lo que arruinó la posibilidad de que el nuevo orden ganara la legitimidad que le permitiese resistir la previsible intentona de Boyer”.
El segundo aspecto es la falta de apoyo y la hostilidad de algunos sectores de poder. La mayor hostilidad venía de los peninsulares que no estaban dispuestos a renunciar a su ciudadanía española. Aunque los españoles no eran muchos en términos de cantidad en ese momento, tenían preeminencia en dos sectores de poder clave: el clero y el alto comercio. Los sacerdotes, a pesar de la reducción del poder de la Iglesia, seguían siendo el colectivo de más influencia social y cultural del país. Los comerciantes, por su parte, en su mayoría catalanes, cerraron filas contra Núñez de Cáceres, lo que tenía una significación especial por cuanto ya constituían el sector que manejaba mayor poder económico.
Además, una porción significativa de los grandes propietarios criollos no ocultó la hostilidad hacia el régimen independiente, con seguridad por sentirse españoles y considerar que no había posibilidad alguna de que el país subsistiera como entidad autónoma.
Un tercer elemento es el respaldo que obtuvo Boyer sobre la base de la amenaza con su ejército y la aparición de una corriente favorable a Haití que concitó cierto apoyo en porciones de la población dominicana.
El 9 de febrero de 1822 Boyer entró con su ejército en Santo Domingo siendo recibido por Núñez de Cáceres con un discurso controversial en su contenido y entregando las llaves de la ciudad. Con la unificación de la Isla por parte de Boyer se puso fin a la primera de independencia dominicana.