En 1966, el ciclón Inés paralizó prácticamente todas las actividades en Santo Domingo, causando pérdidas materiales millonarias en varias regiones del país y cobrando vidas humanas.

En un contexto reciente, con el paso del huracán Beryl por el territorio nacional, que provocó importantes estragos, desde inundaciones hasta problemas con el suministro eléctrico, la Zona Retro de esta semana rememora los eventos nacionales del paso del huracán Inés por el país en 1966.

La amenaza de Inés

El 28 de septiembre de 1966, según las publicaciones del periódico El Caribe, se registraron “movimientos peligrosos” del huracán Inés que amenazaban la República Dominicana. Los primeros avistamientos del fenómeno atmosférico lo ubicaron en la latitud 16.3 Norte y longitud 62.7 Oeste. El ciclón seguía aumentando en intensidad, con vientos de 110 millas por hora y una velocidad de traslación de 14 millas por hora.

Hasta ese momento, nada hacía pensar que tocaría territorio dominicano, a menos que las condiciones climáticas cambiasen causando una recurva. De ser así, se tenía previsto que amenazaría con tocar la parte sur del país.

Más adelante, se informó que el huracán había azotado el archipiélago francés de Guadalupe y se dirigía hacia el Caribe.

Durante varias horas, vientos aullantes, intensas lluvias y un fuerte oleaje azotaron la posesión francesa, donde residían 295,000 personas. Este evento afectó las comunicaciones y causó graves daños a las plantaciones de azúcar y café.

Según informes de la oficina meteorológica, se había registrado que los vientos más fuertes alcanzaron los 128 kilómetros por hora, pero se esperaba que soplaran ráfagas de mayor intensidad.

Preparativos y precaución

El Servicio Meteorológico Nacional había establecido la Vigilancia de Huracán para la República Dominicana, especialmente para la región sur, como medida de prevención.

En esta línea, el huracán Inés fue inicialmente identificado como una simple depresión tropical el 24 de septiembre. Sin embargo, en los días siguientes, se intensificó y se convirtió en huracán. En la mañana del 27 de septiembre, los aviones de reconocimiento reportaron que Inés se encontraba en la misma latitud pero en una longitud diferente, a unas 615 millas al este-sudeste de Santo Domingo.

A partir de ese momento, el huracán incrementó su fuerza, alcanzando vientos de 120 millas por hora en su centro, con ráfagas que se extendían hasta 165 millas en el semicírculo norte y 80 millas en el semicírculo sur. El Centro Nacional de Huracanes en Miami advirtió que Inés era una tormenta peligrosa.

La Defensa Civil había dividido en ocho zonas la ciudad capital, en caso de que la ciudadanía tuviese que ser evacuada a los refugios contra huracanes. También, se había recibido cooperación de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, el Cuerpo de Bomberos Civiles, los Boys Scouts, la Cruz Roja Dominicana y otras instituciones.

La tormenta entra al Sur

Para el 29 de septiembre, los titulares del periódico El Caribe cambiaron. Ya no eran solo amenazas, sino una realidad casi inminente, el hecho de que el huracán Inés azotaría el país, entrando por la península de Barahona. Era seguro que golpearía con fuerza.

A las 9 de la noche, a través de un boletín del servicio meteorológico transmitido por Radiotelevisión Dominicana, se informó que Inés podría tocar Azua y Oviedo a las 7 de la mañana siguiente. El boletín indicaba que se mantenía el peligro de huracán desde Cabo Engaño hasta La Beata.

A las 4:55 se emitieron directrices para evacuar a los residentes de las áreas costeras de Barahona y de las zonas cercanas a los ríos. Las autoridades instruyeron a estas personas a trasladarse a los refugios designados para su seguridad.

Todas las emisoras del sur se mantuvieron conectadas con Radiotelevisión Dominicana, que transmitía los boletines sobre el huracán Inés.

Impacto devastador

El impacto del huracán Inés fue devastador. Paralizó prácticamente todas las actividades en Santo Domingo y otras regiones del país. La región sur, en específico, fue afectada considerablemente por la furia del huracán, provocando desbordes en los ríos y grandes inundaciones.

Las pérdidas estimadas en la agricultura de esta región, debido al paso de Inés, superaban los 500 mil pesos. Los daños afectaron extensas áreas de cultivo de plátanos en Tamayo, Jaquimeyes, Vicente Noble, Canoa y áreas cercanas.

En adición a esto, otra parte que se consideró perdida casi en su totalidad fue la cosecha de café, que ya entraba en su periodo de recolección.

Los intensos aguaceros y vientos comenzaron a hacerse sentir desde el día 26, pero se intensificaron notablemente cuando las ráfagas violentas afectaron todas las áreas rurales de la provincia, especialmente las costeras y las zonas altas donde se cultiva principalmente café.

Al concluir la edición del 30 de septiembre de 1966 del periódico El Caribe, se estimó que seis personas perdieron la vida como resultado del huracán Inés. Tres de ellas fueron reportadas en la ciudad capital y las otras tres en la Isla Saona.

Vehículos y personas transitan por las calles inundadas. Los habitantes de Santo Domingo observaban las inundaciones desencadenadas por las intensas lluvias. Dos vehículos con dificultad para transitar por la avenida George Washington.

Rumores

Al principio, se rumoreaba en círculos de Santo Domingo que el huracán Inés había causado pérdidas enormes en varios sectores. Se llegó incluso a afirmar que cientos de personas habían fallecido en la región sur y que muchas familias se encontraban sin hogar, refugiadas en albergues estatales debido a la destrucción causada por el fenómeno atmosférico.

Sin embargo, estos rumores se desvanecieron cuando los periodistas de El Caribe visitaron las principales áreas del sur y confirmaron que el daño principal había sido en el sector agrícola.

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