¿Tiene sentido en el mundo de hoy continuar encasillando a las personas en ideologías supuestamente de izquierda o de derecha como sí podía entenderse antes del fin de la Guerra Fría a finales del siglo pasado? Es un debate que debieran iniciarlo los intelectuales de estos tiempos, reconociendo incluso el hecho de que el concepto “intelectual” también está en cuestionamiento.

Fue en el año 1789, en el inicio de la Revolución Francesa, cuando en París se comenzó a ubicar ideológicamente a los parlamentarios por sus posiciones políticas, debido a que los partidarios de mantener los privilegios a la monarquía encabezada por el Rey se sentaban a la derecha y los que abogaban por su eliminación a la izquierda, en el salón de la Asamblea Nacional.

La etiqueta ideológica podía aceptarse mientras el mundo estuvo dividido entre modelos que luchaban por la preservación o el cambio del sistema capitalista. Los de izquierda aspiraban a derrocar el capitalismo para instaurar el socialismo o comunismo. El poder de los burgueses debía ser reemplazado por la dictadura del proletariado. Lo cierto es que lo poco que se pudo lograr con la meta izquierdista en Rusia y China evolucionó a un “capitalismo” más salvaje que el que se impuso en Estados Unidos y Europa.

La situación política en Venezuela, con la decisión del gobernante Nicolás Maduro de mantenerse en el poder por encima de la voluntad popular ha sumido en un dilema a muchos que lo han apoyado por considerarlo políticamente de izquierda, debido a que su estilo coincide con el de los dictadores de derecha que predominaron por muchos años en América Latina.

Muchos han intentado mantener la división de izquierdistas y derechistas por el apoyo al aborto, el matrimonio homosexual y el proteccionismo de Estado, los primeros, y la oposición a las tres causales, el respaldo a la familia nuclear y el neoliberalismo económico los segundos. Pero no siempre coinciden la economía y la moral.

Es casi imposible dividir hoy a “izquierdistas” y “derechistas” en la decadente “era posmoderna”.

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