Hay meses en la historia de los pueblos en los que ocurren hechos que determinan el surgimiento de nuevas etapas en su devenir político y social. Es lo que ocurre con febrero en la historia dominicana. Desde que la República nació en 1844, el mes más corto del calendario siempre nos trae algo que nos afinca en los sentimientos de la dominicanidad.
Durante nuestra reciente publicación del ensayo Motivos para no mirar atrás, concluimos en que la idea de escribirlo nació precisamente en febrero. Las denominadas “Marchas verdes contra la corrupción y la impunidad”, iniciadas al entrar el 2017, fueron la primera señal de que la indignación contra la malversación de los fondos públicos por parte de los funcionarios y familiares de los gobiernos peledeístas estaba invadiendo el sentimiento de los dominicanos.
Hasta el inicio de las “marchas verdes” las encuestas más prestigiosas reflejaban que la población no veía la corrupción como un problema por el cual había que preocuparse. Fue cuando la clase media, siempre sacrificada, comenzó a sentirse burlada y decidió luchar para cobrarle bien caro a los que gracias a sus cargos políticos se enriquecían con los impuestos que se le cobran al pueblo.
El colmo de las burlas a que era sometida la ciudadanía por los que gobernaban en febrero del 2020, con todo y pandemia Covid-19, fue sabotear las elecciones municipales, teniendo como reacción el levantamiento juvenil de la Plaza de la Bandera, justamente frente a la sede principal de la Junta Central Electoral, lo que decretó la derrota de los entonces oficialistas en las votaciones pospuestas para marzo.
Testimonios confiables dan cuenta de que, en las abortadas elecciones municipales del 2020, los fraudulentos tenían lista su consigna de campaña para los comicios congresuales y presidenciales: “Si en febrero nos fue bien, en mayo nos irá mejor”. Lo cierto fue que les resultó muy mal en las municipales y, según las encuestas de mayor prestigio, no habrá grandes sorpresas en lo que respecta al mayo del 2024. Es cuanto.