Lo mejor está colocado al final, cuando suben los créditos. Créalo, si no tuviera importancia para los productores y realizadores no apareciera esta joya que rememora la pasión por el cine y el uso de la tecnología que hizo posible la filmación de eventos memorables alrededor del mundo cuando la Kodak lanzó al mercado el filme en formato Súper 8 mm, además de la cámara que hizo posible que mucho de nosotros se iniciara en ese arte allá por los años 70, cuando aún no se tenía a mano esa bendición de hoy que es el video y la computadora que en conjunto hacen posible que hoy haya una nueva era que, como vaticina F.F. Coppola, descubrirá el ‘Mozart’ del cine. El filme retrata una época en que los adolescentes, pletóricos de información vía internet, no padecían la neurosis precoz de los de estos tiempos. Incluso se hace alusión a los malos de la Guerra Fría, los rusos, que son hoy los aliados en una guerra sin cuartel por los mercados mundiales nada menos que de venta de armas, cuando debería ser de alimentos, ahora los enemigos son los musulmanes y sus extremistas que siembran el terror. Pero por supuesto, los malos son la U.S. Army que, en el filme, hacen de fuerza autoritaria que entiende que no le deben explicación a nadie sobre nada de lo que hacen o dejan de hacer. Una realidad que se repite alrededor del mundo sea cual fuere la cabeza rectora. Lo único entendible, asumible, digerible y que no te da la sensación de sentirte engañado totalmente es que el filme se presenta como fábula de ficción científica con una historia de adolescentes en un mundo de adultos masacrados moral y éticamente por el Sueño Americano, donde se plantea la intolerancia frente a la admisión de las diferencias, cualesquiera que estas sean, y aceptarlas en vez de resistirlas y refutarlas. Aunque está escrito por J.J. Abrams, vemos la mano de Steven Spielberg y su legión de herramientas que, si bien son largamente usados por grandes maestros del cine, en todo lo que se mete tiene que influir en su uso: linternas, espejos, bicicletas, así como la consabida construcción de escenas sucesivas entre acción desmedida y pasajes aburridos, pero que le da muy buenos resultados ante un público de cocaleca, es el estilo montaña rusa. En Netflix con ese título. l

HHHH Género: ficción científica. Duración: 112 minutos

Posted in Crítica Cine

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