Cine político sin ser panfleto. De igual calidad a Post Mortem y Tony Manero que con NO forman una trilogía peculiar en la cinematografía Latinoamericana, pues reflexiona sobre la dictadura militar de derecha, como la de Pinochet y el golpe de estado al gobierno de Allende. La estrategia de las tramas descansa sobre la vida de la retorcida “clase silenciosa” que no participa ni a favor ni en contra, pero que igual sufre las consecuencias nefastas de la opresión y la ausencia de libertad. Y es precisamente esa realidad vivida por un pueblo la mina de donde se extrae un arcoíris de situaciones y personajes muy ricos para el raciocinio y la reflexión política, gracias a subtextos sardónicos que pretende ultrapasar cualquier ideología. Por tanto, estamos ante un filme bien en la línea de lo realpolitik. Pero sobre todo es una línea innovadora sobre la elucubración del pasado partiendo del universo de la ficción sin apelar a denuncias y/o situaciones catastróficas. Se puede aprender mucho de este director audaz. Es el hijo de esa “clase silenciosa” por parte de sus padres. Se revela y despliega su impronta político ideológico, e incluso arrebata espacios al establisment conservador, tanto en lo filosófico como en la estética arriesgada: el filme fue realizado (casi enteramente) en U-Matic, que es un formato no profesional para el cine, es para noticias y documentales de tv (cualquier cámara HD da mejor calidad de imagen). Y la pegó, porque el filme tiene ese visual de cosa vieja equivalente a esos videos de cuando se hace la campaña del ‘NO’ y el ‘SI’ mediante el cual el régimen extemporáneo quiso legitimar su continuación mediante una consulta ‘popular’, y perdió de calle a medias porque ahí mismo debió haber terminado con la Era Pinochet, y hemos visto recientemente que continúan las fuertes contradicciones entre pobres y corrompidamente ricos que condiciona la vida del pueblo chileno; verbigracia el reciente referendo que muestra que Pinochet sigue vivo en una constitución contraría a las instituciones republicanas. El guión es lineal y la dirección es característica del thriller. El antagonista es interpretado por Alfredo Castro, eterno “malo” de la trilogía, fenomenal actor chileno que opaca a Gael García. El único problema que le vi al guión es su pasteurización de momentos trascendentales del marco histórico con tal de gustar a todo el mundo”. En Netflix.
HHHH Guión: Pedro Peirano. Dirección: Pablo Larraín. Género: drama histórico. Duración: 118 minutos.